El hispanista Paul Preston, que ha pasado su
vida investigando la historia contemporánea española, acaba de reeditar su
canónica biografía “Franco, caudillo de España”, en víspera del 40 aniversario
de la muerte del dictador, un libro revisado y ampliado con la relación con
Hitler o con la corrupción. Franco utilizaba al corrupción para controlar a sus
allegados y colaboradores; una especie de mezcla entre premio y chantaje porque
les dejaba hacer cosas y luego les amenazaba con acusarle de irregularidades. (Diario Lanza)
Franco y la
corrupción
¡Hombre! Que con Franco hubo corrupción no es ningún
descubrimiento, entre otras razones porque las dictaduras se apoyan mucho en la
corrupción, tanto del propio dictador como de sus acólitos, de sus colaboradores
necesarios.
¿Estamos ante un fenómeno heredado de la misma
dictadura? ¿Quiere esto decir que la Transición borró todo lo anterior, menos
la inercia de la corrupción? No lo sé; no me atrevería a asegurarlo. Algo tiene
en común: que es una corrupción sistémica y consentida.
Pero la corrupción de la que hablamos hoy presenta
claras diferencias. Hoy no es un fenómeno ligado a la dictadura, es un
fenómeno ligado al poderoso que corrompe al
corruptible como pieza necesaria para engrosar sus bolsillos y su poder. En
niveles más o menos altos, hay siempre un empresario, un financiero, un
especulador, que utiliza al político, más o menos alto, según las cantidades,
como eslabón necesario para llevar a cabo sus operaciones.
Julio
García-Casarrubios Sainz
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