sábado, 28 de noviembre de 2015

27-Nov-2015



Hija mía -dijo el anciano con vivacidad-, una de las enfermedades del alma que más individuos trae a estas casas es la ambición, el afán de engrandecimiento, la envidia que los bajos tiene de los altos, y eso de querer subir atropellando a los que están arriba, no por la escalera del mérito y el trabajo, sino por la escala suelta de la intriga, o de la violencia, como si dijéramos, empujando, empujando…(Benito Pérez Galdós, en su novela “La Desheredada)



Subir atropellando



Una de las razones por las que está desacreditada la política, es porque algunos políticos, hacen lo que narra Benito Pérez Galdós en su novela “La desheredada”, precisamente cuando se refiere a los movimientos, más bien a los empujones, que algunos políticos de tres al cuarto hacen, obsesionados por su ambición, para conseguir puestos, o para defender el que ya tienen, o para defenestrar al adversario que puede hacerle sombra.

La estrategia, que denunciaba Benito Pérez Galdós hace 150 años, más extendida de lo que debiera, influye de forma decisiva, en el prestigio de los partidos, y de la clase política en general. La sociedad percibe esos movimientos indecentes causando un daño que después se ve reflejado en las elecciones. Pero sobre todo desdibuja el empeño de otros políticos limpios, trabajadores y fieles a sus principios. La ambición personal en política la paga el partido, la paga la ideología, y termina pagándola, en definitiva, la sociedad misma. Eso sí: subir apropellando proporciona pingües beneficios al escalador.

Julio García-Casarrubios Sainz
                                                                              http://juliocasarrubios.blogspot.com



No hay comentarios:

Publicar un comentario