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Apuntes del siglo
XX….. y XXI
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Son las dos lacras que definen la
situación actual. La sociedad empieza a ser consciente de que tanto la
desigualdad como la corrupción se han erigido en el emblema de la problemática
social. Muy distintas, pero muy iguales. Más que iguales es que necesariamente
se han ido desarrollando juntas; se han movido en una trayectoria paralela; han
ido…, y van, de la mano. De tal forma que cuando decidan las cabezas pensantes
acabar con la corrupción, disminuirá la desigualdad; y al contrario, cuando la
desigualdad disminuya acabará la corrupción.
Y, ¿por qué la corrupción
determina en gran manera la desigualdad? Muy sencillo: porque la corrupción no
es la actividad aleatoria o casuística de cuatro golferas como la derecha nos
quiere hacer ver. No. La corrupción es una actividad organizada, de forma
sistémica, en buena parte por un sector dirigente; dirigentes, tanto políticos
como financieros, que se han visto claramente favorecidos… tan favorecidos que
han machacado a las clases medias y trabajadoras. Han provocado una vergonzosa
inclinación de la balanza en su favor.
Porque la corrupción no es solo
meter la mano en el cajón del dinero ajeno. Hay ingenierías financieras
dedicadas a favorecer mucho a muy pocos. Es corrupto el ejecutivo que gana más
de 15.000 euros diarios, cuando un porcentaje muy alto de parados o
trabajadores están en el umbral de la pobreza; es corrupto el que coloca su
dinero en paraísos fiscales para no pagar impuestos, obligando a las clases
medias y trabajadoras a soportar el peso de la fiscalidad; es corrupto el
dirigente político que no corta con esas corruptelas, porque de paso, algo va
quedando en sus bolsillos; es corrupto el que no lucha contra la desigualdad.
Acabar con esta inercia es fácil,
y no es fácil. Es fácil porque la fórmula es muy sencilla, y es difícil porque
quien tiene que cambiar estas prácticas son los propios favorecidos, y no creo
que estén muy por la labor. Es fácil porque solo hacen falta dos cosas: Acabar
con el distanciamiento entre la economía y la ética; y en segundo lugar que la
política esté muy vigilante para que las corruptelas no se produzcan. Esperemos
que así sea, sin dar lugar a convulsiones sociales. Claro que esto solo puede
hacerlo la socialdemocracia en su estado puro. El neoliberalismo no; seguro.
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