lunes, 15 de septiembre de 2014

¿ Y AHORA QUÉ ?

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Apuntes del Siglo XX….y XXI
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Ya se ha celebrado la Diada. Ahora toca la guerra de cifras: medio millón, o dos millones; da igual. Otro engaño más. Líderes, que, como no saben liderar, se dedican a decir memeces. O peor, se dedican a alimentar fobias, se dedican a enardecer a las masas, para defensa de sus intereses personales, para ver como sacan cabeza en medio del fango y la tormenta que ellos mismos han desencadenado.

Ya han logrado su objetivo; han logrado sacar a la calle a una multitud, la cifra da igual, mucha gente, mucha. Unos reclamando el derecho a decidir, otros pidiendo directamente la independencia; en el fondo quizá, manifestando su descontento hacia España ¿Y ahora qué les va a decir la Generalitat a esas gentes?

A los que piden votar, ¿les van a decir que no se puede votar, que es ilegal? A los que piden la independencia, ¿les van a decir qué va a hacer Cataluña fuera de España,  fuera del euro, y fuera de Europa?

¿Les van a lanzar hacia la desobediencia civil? Dice el líder de Esquerra que va a salir al balcón a proclamar la República Catalana. Pero este hombre se ha creído que todavía vive en el siglo XIX. La política, por culpa de algunos, se ha vuelto loca.

Eso desde el catalanismo patriotero mal entendido, envuelto en la señera estelada. Pero, ¿y desde el españolismo, no menos patriotero? Dice Rajoy que el referéndum no se va a celebrar porque la Constitución no lo permite; dice que vivimos en un Estado de Derecho en el que lo primero es respetar la Ley. Y tiene razón. Todos los ciudadanos de bien tenemos obligación de apoyar ese posicionamiento.

Pero ¡ojo! Estar en posesión de la verdad, no justifica esperar sin hacer nada. Él también ha contribuido a sembrar catalanofobia. El presidente de todos los españoles, catalanes o no, además de cumplir, y hacer cumplir la Ley, tiene que tomar las riendas cuando surge un problema y buscarle solución, proponiendo salidas y dialogando. No debe mirar para otro lado ante una realidad que está ahí. Esperando y utilizando solo la prohibición, no arregla nada. Al contrario, incrementa el problema, y despierta el victimismo.


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