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Apuntes del Siglo
XX….y XXI
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Hasta el
eslogan del Congreso denota una tendencia a despertar la ilusión con la que en
el año 1982 llegó al poder Felipe González. Entonces se dijo: “Por el cambio”
Ahora se dice “Cambiando” “Cambiando el PSOE, cambiando España” No hay duda de
que no existe un eslogan más apropiado que este. Refleja el deseo de que todo
cambie. Y no se trata de un deseo, como el de que me toque la lotería. No. Es
el deseo de alcanzar algo absolutamente necesario. Algo que no puede esperar
más. Se ha tardado demasiado en reaccionar.
Ni el PSOE,
ni España, pueden permitirse una política de esperar a ver qué pasa, a verlas
venir, a esperar que el tiempo todo lo solucione. Más que un deseo es un ansia
necesaria de que todo cambie, la economía y la política. Circunstancias, que
todos ya vamos entendiendo, nos han llevado a una crisis económica y política
de primerísima magnitud. No se trata de adoptar medidas para arreglar este o
aquel problema. Se trata de cambiar profundamente toda la estructura por la que
se rige actualmente la sociedad. Una estructura equivocada que nos ha conducido
a la etapa más nefasta de los últimos tiempos.
Por tanto,
el cambio de hace 32 años, y el cambio que hoy reclama una mayoría, tenía y
tiene un mismo móvil: el deseo, la necesidad de un cambio inaplazable. De ahí
las expectativas que ha despertado el Congreso del PSOE. La responsabilidad del
nuevo secretario general y de la nueva ejecutiva es tan grande que no puede
fallar. El cambio tiene que producirse sí o sí. Tan necesario como comer, es el
proceso de cambio que espera, con agonía, una mayoría social.
Cambiando el
PSOE, para cambiar España. Ese debe ser el objetivo. Y para ello ya no sirven
los discursos mitineros, ya no sirve enervar a la multitud agolpada en un auditorio;
es la hora de propuestas globales, pero concretas. Hay que desmontar la falacia
de que lo que se ha hecho para salir de la crisis era la única vía posible. No.
Hay otras vías. Hay un programa socialdemócrata, hay que establecer una serie
de prioridades, diferenciadas del neoliberalismo imperante. Hay que abandonar
la obsesión de buscar votos por la izquierda y por el centro. Sobra eso de que
hay que centrarse. Hay que satisfacer las necesidades perentorias de una
mayoría social. Hay que establecer, con voluntad política, un programa
socialdemócrata, y basta.
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