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Apuntes del Siglo
XX….y XXI
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Me pongo a
escribir. Es 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes. ¿Estoy pensando en
hacer una inocentada? Pues no. Va a ser que no. Mi pensamiento va por otros
derroteros. Pienso en las continuas inocentadas a las que nos han sometido
ciertos políticos. Ha sido un permanente sometimiento a la inocentada. Y
todavía si fuese solo el día 28 de diciembre, hasta podríamos tomarlo a broma.
Podría ser gracioso. Pero no. Es una situación que perdura, y perdura, todo el
año.
Nunca, en la
historia de España, se habló tanto de la transparencia, y nunca hemos vivido
bajo una opacidad tan escandalosa. Se predica la transparencia… y hasta se
lleva al extremo de garantizarla, -dicen- por ley. El problema es que al mismo
tiempo se están destruyendo pruebas, se manipulan facturas, y se ponen toda
clase de obstáculos a la tarea de los jueces. ¿Eso es transparencia, cinismo, o
una inocentada más? El hábito a la inocentada llega hasta los programas
electorales. El programa con el que se concurre a las elecciones es una
patética inocentada.
Son
ejemplos. No voy a poner más. No tengo espacio; y además aburriría a las
ovejas. Lo que si voy a hacer es llevar el concepto de la inocentada al terreno
de las ideologías. La falsedad, la ligereza, y el cinismo, han trasladado las
ideologías a la dinámica de la inocentada. Quizá la más grave. Al menos más
peligrosa. Hoy el liberalismo y la socialdemocracia son auténticas inocentadas.
El
liberalismo se basa en la libertad de mercado y en que el Estado no intervenga.
Nunca el Estado intervino de forma más descarada en la gobernanza. Por tanto de
liberalismo nada. Se privatiza todo, no se liberaliza. Se interviene en los
precios, se interviene en la gestión, y hasta se interviene en lo que se
privatiza. El liberalismo es una auténtica inocentada. ¿Y la socialdemocracia?
Otra inocentada. Es verdad, que gracias a la socialdemocracia hemos alcanzado
en el estado del bienestar cotas nunca imaginables. Pero no es menos cierto,
que ha habido derivas, peligrosas derivas, hacia el liberalismo. Y lo que es
peor: hacia las corruptelas del liberalismo.
Dejemos
pasar el 28 de diciembre, y dejemos de una vez por todas las inocentadas.
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