lunes, 29 de julio de 2013

NO PUEDE SER



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Apuntes del Siglo XX….y XXI
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Mariano Rajoy tenía razón. No quería comparecer porque no está en condiciones de decir todo lo que partidos y ciudadanía le exigen. No puede dar una explicación convincente porque no la tiene. La estrategia que han utilizado en el Partido Popular durante más de veinte años, se ha desmoronado. ¿Por qué Bárcenas ha tirado de la manta? No. Porque llega un momento en el que la estrategia no es sostenible. La estrategia del engaño, de la ocultación tiene un límite. Tenía que llegar a su fin. Y ese fin inexorablemente ha llegado.

Independientemente del resultado judicial, ante la sociedad todo ha quedado al descubierto. El juicio moral, ético.., el juicio político ya está perdido. El juicio político ya tiene sentencia. Y contra ese juicio no caben recursos, ni prescripciones. Ahora solo cabe una salida, y es la asunción de responsabilidades. El final de este afaire es la retirada de la vida política de todos los que hayan estado implicados, los condene un  juez, o no. Si confunden esto habrán caído en otra equivocación. Será el broche final de una historia de equivocaciones.

Por eso, es imposible que Rajoy pueda convencer. Al final ha accedido a comparecer porque este mismo debate, en el marco de una moción de censura le hubiese dañado más aún. Hubiese sido más difícil para él. Y es imposible salir airosos, porque durante más de veinte años no han jugado limpio. El “y tú más” los ha perdido. Han pretendido presentarse ante la sociedad con la careta de la transparencia, de la honradez. Los corruptos eran los demás. Los demás eran sinónimo de corrupción mientras ellos eran sinónimo de honradez y transparencia. ¡Qué barbaridad!

Si queremos salir de la corrupción, todos tenemos que asumir la parte alícuota de responsabilidad que nos corresponda. Unos se tendrán que marchar de la política, ya, sin esperar a decisiones judiciales; otros tendrán que estudiar con sinceridad propuestas legislativas para que esto no vuelva a ocurrir; y otros tendremos que adquirir el compromiso firme de no volver a votar a nadie que esté bajo la evidente sombra de la corrupción, aunque sea de los míos. Así empezaremos a ver el final del túnel, el final del oscuro túnel de la corrupción.



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