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Apuntes del Siglo
XX….y XXI
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Mariano
Rajoy tenía razón. No quería comparecer porque no está en condiciones de decir
todo lo que partidos y ciudadanía le exigen. No puede dar una explicación
convincente porque no la tiene. La estrategia que han utilizado en el Partido
Popular durante más de veinte años, se ha desmoronado. ¿Por qué Bárcenas ha
tirado de la manta? No. Porque llega un momento en el que la estrategia no es
sostenible. La estrategia del engaño, de la ocultación tiene un límite. Tenía
que llegar a su fin. Y ese fin inexorablemente ha llegado.
Independientemente
del resultado judicial, ante la sociedad todo ha quedado al descubierto. El
juicio moral, ético.., el juicio político ya está perdido. El juicio político
ya tiene sentencia. Y contra ese juicio no caben recursos, ni prescripciones.
Ahora solo cabe una salida, y es la asunción de responsabilidades. El final de
este afaire es la retirada de la vida
política de todos los que hayan estado implicados, los condene un juez, o no. Si confunden esto habrán caído en
otra equivocación. Será el broche final de una historia de equivocaciones.
Por eso, es
imposible que Rajoy pueda convencer. Al final ha accedido a comparecer porque
este mismo debate, en el marco de una moción de censura le hubiese dañado más
aún. Hubiese sido más difícil para él. Y es imposible salir airosos, porque
durante más de veinte años no han jugado limpio. El “y tú más” los ha perdido.
Han pretendido presentarse ante la sociedad con la careta de la transparencia,
de la honradez. Los corruptos eran los demás. Los demás eran sinónimo de
corrupción mientras ellos eran sinónimo de honradez y transparencia. ¡Qué
barbaridad!
Si queremos
salir de la corrupción, todos tenemos que asumir la parte alícuota de
responsabilidad que nos corresponda. Unos se tendrán que marchar de la política,
ya, sin esperar a decisiones judiciales; otros tendrán que estudiar con
sinceridad propuestas legislativas para que esto no vuelva a ocurrir; y otros
tendremos que adquirir el compromiso firme de no volver a votar a nadie que
esté bajo la evidente sombra de la corrupción, aunque sea de los míos. Así
empezaremos a ver el final del túnel, el final del oscuro túnel de la
corrupción.
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