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Apuntes del Siglo
XX….y XXI
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En política, sabemos que después de perder unas
elecciones hay que recomponer muchas cosas. Hay que darle un nuevo sentido a
todas las motivaciones que un partido debe tener para volver a conectar con su
electorado. Y si quien pilota esa nueva recolocación es uno de los
protagonistas destacados de la etapa anterior, la tarea es aún más difícil.
Pesa como una losa el dilema de si es mejor que lo pilote una personalidad con
la experiencia de haber sido responsable, o si es mejor una cara nueva, aunque
se le reconozca menos experiencia, aunque esté menos curtido. El dilema es muy
complicado, y muy ardua la tarea.
Alfredo Pérez Rubalcaba, está liderando esa difícil
travesía del desierto, porque así lo determinó el último congreso. Está
haciendo lo que tiene que hacer; está haciendo lo que corresponde en este
momento, en estas penosas circunstancias. Está liderando el diseño programático
de una ideología muy castigada, muy desacreditada, por los últimos resultados.
Es difícil y complicado, porque hay que tener en cuenta muchos frentes.
Analizar y reconocer los errores, errores que no son los que divulga el
adversario político; desmontar la enorme falacia que se ha desplegado desde el
actual Gobierno; elaborar un programa que, sin abandonar sus principios
ideológicos se adapte a la nueva situación; lograr que ese programa conecte e
ilusione a un electorado deseoso de recuperar la confianza.
Y ese complejo mecano lo está construyendo todo lo bien
que se le puede exigir. Los diferentes temas que se están debatiendo con vistas
a la Conferencia Política de octubre, tienen muy buena pinta; el debate tiene
un olorcillo que despide buenas sensaciones. Veremos el final. Pero no es
suficiente. Ese proyecto nuevo, fiel a la socialdemocracia, tiene que ser
liderado por alguien que se identifique con él.
Rubalcaba es una de las cabezas mejor amuebladas del
panorama político actual, pero, ¿transmite la ilusión que necesita un proyecto
rompedor? Esa es la segunda dificultad a la que tiene que enfrentarse el
Partido Socialista, si no quiere que surja, desde otros territorios, un líder
cargado de populismo, sin proyecto sólido, pero capaz de ilusionar a gente
descontenta y cabreada, que no encuentra otra cosa. Lo estamos viendo dentro y
fuera. Esa es la responsabilidad del PSOE.
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