viernes, 15 de marzo de 2013

¿MORIRÁ EL CHAVISMO?


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Apuntes del Siglo XX….y XXI
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No tengo datos, ni conocimientos, suficientes como para saber que va a pasar del movimiento chavista en Venezuela, con la muerte de su fundador. Lo más probable es que no desaparezca. Eso que llaman en la región la revolución bolivariana está demasiado asentada y justificada, para que desaparezca. Otra cosa muy distinta es que perdure con la misma esencia que su mentor, el fallecido Chavez, la impulsó. Las circunstancias cambian, los líderes cambian, y las sociedades experimentan cambios que obligan a modificar los principios que inspiraron el chavismo puro y duro.

Pero mi intención no es referirme al chavismo concreto de Venezuela, ni siquiera a los movimientos bolivarianos de esa región de América Latina. Quiero referirme al chavismo como símbolo de los movimientos de lucha, de protesta, que surgen como la reacción de una sociedad cansada de ser explotada. Cuando el desencanto y el malestar se extienden, cuando una ciudadanía siente que las diferencias sociales se hacen inaguantables, no puede evitarse que surjan líderes populistas con la bandera de una lucha por combatir la pobreza y la injusticia.

Muchos de los que se quejan del populismo demagógico de este tipo de mensajes, tienen razón. Pero se les olvida poner en valor que esos movimientos surgen por culpa de los abusos de unos pocos. Personajes como Hugo Chávez, ¿solucionan los problemas que aquejan a determinadas sociedades? Generalmente no. Pero el ciudadano explotado siente que por ahí llega, o puede llegar, su salvación. La esencia del problema no es lo malo que ha sido Hugo Chávez; la esencia del problema está en quienes, con su comportamiento, lo provocaron.

¿Pretendo aplaudir a los líderes populistas? No. Nada más lejos de mi intención. Pero sí pretendo llamar la atención de que cuando una sociedad se siente dañada en sus derechos más fundamentales, cuando siente la pobreza en sus carnes, cuando percibe que la injusticia y la desigualdad se transforman en moneda corriente, corre el peligro de que aparezcan personajes salvadores. Echarse las manos a la cabeza por lo malos que son, es una reacción tardía. Lo que hay que hacer es evitar el caldo de cultivo. Y quizá no haya que irse a la lejana región de Simón Bolívar.



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