martes, 5 de marzo de 2013

LOS URDANGARINES



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Apuntes del Siglo XX….y XXI
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No pretendo, de ninguna de las maneras, justificar los presuntos delitos que haya cometido el marido de la Infanta Cristina. Ni siquiera minimizarlos. Pero permítanme que haga alguna consideración, en honor a la verdad, a la realidad, y a la transparencia. ¿No les parece a Vds., que se está magnificando el tema? No magnificando en cuanto a la gravedad, sino en cuanto a su influencia mediática. La opinión publicada debe respetar un orden de prioridades en cuanto a su transcendencia social. A veces la influencia mediática no corresponde con el daño producido en la sociedad por todos casos que nos acechan.

Tengo  la sospecha de que el caso Urdangarín se está utilizando para minimizar otros de tanta o mayor gravedad, y que afectan más a la vida de los ciudadanos. Parece como si estuviéramos echando carnaza a la opinión pública para esconder algo más grave. Me parece inmoral y hasta perjudicial para la salud colectiva, que un caso como el de Urdangarín, tape o al menos se equipare con otros que nos están afectando de manera mucho más incisiva. El otro día se dijo en un programa de debate que en la planta 3ª de la calle Génova había un equipo de más de veinte abogados reunidos permanentemente para estudiar la estrategia del PP. Tiene esa misma igualdad de oportunidades Urdangarín.

Se juzga a Urdangarín con una rapidez que nunca habíamos conocido. Casos de la misma o mayor gravedad están pululando desde hace mucho más tiempo. Estamos gobernados en este momento por un partido invadido de “presuntos” corruptos desde hace más de 20 años. Ese mismo gobierno que exige austeridad a los ciudadanos; que se aprieten el cinturón hasta que saquen la lengua; y que se está cargando la educación, la sanidad, la dependencia, la investigación, la igualdad. Se está empobreciendo un país entero. Estamos dirigidos, o vigilados, por una gobernanza europea, y española, que ha tirado por la ventana los principios de solidaridad y cohesión para aumentar día a día las diferencias entre norte y sur, entre ricos y pobres. No hace falta seguir. Sólo decir que no se acabará con la corrupción, ni la de urgandarines, ni la de otros muchos, mientras no se suspenda la “prescripción pasada, presente y futura, por delitos de corrupción”. No le demos vueltas: mientras haya prescripción, no se combatirá la corrupción. La sociedad no se tranquilizará mientras no vea a todos los corruptos en el banquillo de los acusados.


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