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Apuntes del Siglo
XX….y XXI
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Todos los
que acostumbran a utilizar cifras exageradas, por defecto o por exceso, son los
culpables de que la guerra de cifras sea un esperpento. En alguna ocasión
alguien se atrevió a colocar más de 30 personas en cada metro cuadrado en una
manifestación. Ahora, guiados por su aversión a los sindicatos, medios de
comunicación venidos del TDT Party, dicen que España ha perdido 4.000 millones
de euros en un día. O no tienen ni idea, o se inventan los datos. De una forma
o de otra deberían hacer entrega de su carné de periodistas. No se merecen ni
que lo discutamos. Es anecdótico. Pasemos página.
Admitiendo
que por unas razones u otras, las manifestaciones parecen tener más eco que la
propia huelga, lo importante sería analizar el porqué. Estamos pasando por una
situación tan difícil que concurren dos fenómenos. Por un lado el malestar,
pero por otro el miedo. Esta vez el miedo se ha incorporado al malestar. Es
cierto, y no faltan motivos, para que la gente se encuentre muy enfadada,
mucho; pero, y esto es lo peor, tiene mucho miedo. Miedo a perder el trabajo,
miedo a perder el salario, miedo a no encontrar trabajo, miedo a que esto no se
arregle, miedo al futuro.
Quizá se
podrían mejorar y actualizar las estrategias de reclamar lo que nos pertenece,
de reclamar lo que la sociedad ha ido ganando en mucho tiempo, y ahora, algunos
quieren quitárselo. Es muy difícil, pero hay que seguir trabajando para mostrar
que esto no es la crisis, que esto no es la única hoja de ruta como quieren
vendernos. ¿No será que se aprovechan del miedo para imponernos esa “única hoja
de ruta”, y arrimar el ascua a su sardina?
Los que
recriminan a los sindicatos soliviantar a la gente en el momento más delicado,
se equivocan. Cuando una sociedad sufre en sus carnes las heridas que otros han
producido, cuando la sociedad empieza a ser consciente de que al culpable se le
ayuda, y al sufridor se le castiga, cuando vemos que los desequilibrios
sociales son cada vez mayores, corremos el riesgo de una salida a la calle
incontrolada. Eso sí que sería peligroso. Mejor será que los sindicatos sigan
canalizando las protestas, pero que sigan defendiendo a los más desprotegidos.
Alguien tiene que ayudarles.
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