domingo, 18 de noviembre de 2012

HUELGA NECESARIA


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Apuntes del Siglo XX….y XXI
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Todos los que acostumbran a utilizar cifras exageradas, por defecto o por exceso, son los culpables de que la guerra de cifras sea un esperpento. En alguna ocasión alguien se atrevió a colocar más de 30 personas en cada metro cuadrado en una manifestación. Ahora, guiados por su aversión a los sindicatos, medios de comunicación venidos del TDT Party, dicen que España ha perdido 4.000 millones de euros en un día. O no tienen ni idea, o se inventan los datos. De una forma o de otra deberían hacer entrega de su carné de periodistas. No se merecen ni que lo discutamos. Es anecdótico. Pasemos página.

Admitiendo que por unas razones u otras, las manifestaciones parecen tener más eco que la propia huelga, lo importante sería analizar el porqué. Estamos pasando por una situación tan difícil que concurren dos fenómenos. Por un lado el malestar, pero por otro el miedo. Esta vez el miedo se ha incorporado al malestar. Es cierto, y no faltan motivos, para que la gente se encuentre muy enfadada, mucho; pero, y esto es lo peor, tiene mucho miedo. Miedo a perder el trabajo, miedo a perder el salario, miedo a no encontrar trabajo, miedo a que esto no se arregle, miedo al futuro.

Quizá se podrían mejorar y actualizar las estrategias de reclamar lo que nos pertenece, de reclamar lo que la sociedad ha ido ganando en mucho tiempo, y ahora, algunos quieren quitárselo. Es muy difícil, pero hay que seguir trabajando para mostrar que esto no es la crisis, que esto no es la única hoja de ruta como quieren vendernos. ¿No será que se aprovechan del miedo para imponernos esa “única hoja de ruta”, y arrimar el ascua a su sardina?

Los que recriminan a los sindicatos soliviantar a la gente en el momento más delicado, se equivocan. Cuando una sociedad sufre en sus carnes las heridas que otros han producido, cuando la sociedad empieza a ser consciente de que al culpable se le ayuda, y al sufridor se le castiga, cuando vemos que los desequilibrios sociales son cada vez mayores, corremos el riesgo de una salida a la calle incontrolada. Eso sí que sería peligroso. Mejor será que los sindicatos sigan canalizando las protestas, pero que sigan defendiendo a los más desprotegidos. Alguien tiene que ayudarles.


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