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Apuntes del Siglo
XX….y XXI
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¡Qué
envidia! Es un auténtico placer pasear por la Sexta Avenida. Aunque sea sin
puro. Se perdona. Solo por ese paseo, ya merece la pena viajar a Nueva York.
Ahora… para sacarse “una ocurrencia de la chistera”, la verdad, es que no hace
falta el viaje. Valorar una manifestación por las personas que no han ido, no
deja de ser una ocurrencia, y de las gordas. Aunque vamos ganando. Quizá sea
preferible ningunear a los manifestantes con un reconocimiento hacia los que se
han quedado en casa, que llamarles “Perros callejeros que ladran por las
esquinas”.
Además, algo
se le olvida a Mariano Rajoy. Cuando estaba en la oposición convocó o apoyó
hasta 13 manifestaciones. Daba lo mismo el motivo. Podía ser por la política
antiterrorista, por el aborto,.. o por cualquiera de los “Trágalas” que se le
ocurrían a Zapatero. Incluso, con el acompañamiento “ilegal” de signos
nacionales. Entonces los malos eran los que se quedaban en casa. Los
manifestantes eran los buenos.
Pero no nos
quedemos con lo anecdótico. El peso de la crítica debe centrarse en el
desprecio a la manifestación. Es arbitrario y muy poco inteligente. Arbitrario
porque en la mayoría de los casos, -salvo peticiones fuera de toda lógica-, se
menosprecia un clamor que viene de una parte muy importante de la sociedad. De
los que están y de los que no están. Los que están son el estandarte de todos
los que sufren la injusticia ¿Se le ocurriría a alguien con “sentido común”
decir que quienes no van a la Plaza de Colón a acompañar al Papa es porque son
antipapistas?
Y es muy
poco inteligente. Hay muchas manifestaciones. Pero ojo, con aquellas que surgen
como consecuencia de que una buena parte de la sociedad no tiene lo necesario
para subsistir dignamente. Ojo con aquellas extendidas poco a poco porque no se
entiende lo que está pasando. Ojo cuando el clamor empieza a detectar que se
protege a los culpables y se castiga a los inocentes. ¡Ojo! Las grandes
revoluciones de la historia han empezado cuando una mayoría de sencillos trabajadores
se sienten explotados y engañados por una minoría con tentáculos muy poderosos.
Las manifestaciones de indignados no se pueden despachar con una despreciativa
ocurrencia.
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