domingo, 14 de octubre de 2012

UNA OCURRENCIA



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Apuntes del Siglo XX….y XXI
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¡Qué envidia! Es un auténtico placer pasear por la Sexta Avenida. Aunque sea sin puro. Se perdona. Solo por ese paseo, ya merece la pena viajar a Nueva York. Ahora… para sacarse “una ocurrencia de la chistera”, la verdad, es que no hace falta el viaje. Valorar una manifestación por las personas que no han ido, no deja de ser una ocurrencia, y de las gordas. Aunque vamos ganando. Quizá sea preferible ningunear a los manifestantes con un reconocimiento hacia los que se han quedado en casa, que llamarles “Perros callejeros que ladran por las esquinas”.

Además, algo se le olvida a Mariano Rajoy. Cuando estaba en la oposición convocó o apoyó hasta 13 manifestaciones. Daba lo mismo el motivo. Podía ser por la política antiterrorista, por el aborto,.. o por cualquiera de los “Trágalas” que se le ocurrían a Zapatero. Incluso, con el acompañamiento “ilegal” de signos nacionales. Entonces los malos eran los que se quedaban en casa. Los manifestantes eran los buenos.

Pero no nos quedemos con lo anecdótico. El peso de la crítica debe centrarse en el desprecio a la manifestación. Es arbitrario y muy poco inteligente. Arbitrario porque en la mayoría de los casos, -salvo peticiones fuera de toda lógica-, se menosprecia un clamor que viene de una parte muy importante de la sociedad. De los que están y de los que no están. Los que están son el estandarte de todos los que sufren la injusticia ¿Se le ocurriría a alguien con “sentido común” decir que quienes no van a la Plaza de Colón a acompañar al Papa es porque son antipapistas?

Y es muy poco inteligente. Hay muchas manifestaciones. Pero ojo, con aquellas que surgen como consecuencia de que una buena parte de la sociedad no tiene lo necesario para subsistir dignamente. Ojo con aquellas extendidas poco a poco porque no se entiende lo que está pasando. Ojo cuando el clamor empieza a detectar que se protege a los culpables y se castiga a los inocentes. ¡Ojo! Las grandes revoluciones de la historia han empezado cuando una mayoría de sencillos trabajadores se sienten explotados y engañados por una minoría con tentáculos muy poderosos. Las manifestaciones de indignados no se pueden despachar con una despreciativa ocurrencia.





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