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Apuntes del Siglo
XX….y XXI
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Hace unos
días el catedrático de historia contemporánea, Álvarez Junco, nos traía a la
memoria el pensamiento kantiano sobre los nacionalismos. El filósofo prusiano
Immanuel Kant, a finales del siglo XVIII, en un proceso filosófico entre lo
empírico y lo racional, desde la experiencia a la razón, sentó las bases de lo
que, dos siglos después, iba a servir de fundamento en la construcción europea.
Hace más de 200 años, Kant especulaba sobre la desaparición de los estados soberanos,
las guerras y las fronteras, y sustituirlo por una federación internacional. En
su obra “La paz perpetua” aboga por una federación mundial como fórmula para
lograr la paz.
Aceptado el
principio kantiano: “la paz no es el estado natural del hombre”, hay que
recurrir a la razón para corregir esa tendencia natural. Si la experiencia pone
sobre el papel que los conflictos entre los pueblos tienen su origen,
precisamente en el arraigo sentimental, en el apego a esos mismos pueblos, se
impone la necesidad de razonar la forma de priorizar la convivencia global
sobre el sentimiento nacional. Amo mi pueblo, mi región, mi país. Sí. Pero me
siento ciudadano del mundo.
Por esta
misma razón, políticos de gran altura y visión, en la segunda mitad del siglo
XX, pusieron en marcha la construcción de “la Europa de los pueblos”. Una
Europa sin fronteras, una Europa sin guerras, una Europa basada en la
solidaridad y la cohesión, una Europa en la que la nación se reserve a
conservar su identidad, su tradición y su cultura. Así se ideó, y así la
estábamos construyendo, hasta que el conservadurismo imperante vuelve a colocar
el nacionalismo soberano como la pauta de comportamiento en Europa.
Pero no solo
que hemos retrocedido en la construcción europea, sino que algunos gobiernos,
como el español, están perdidos. Andan desorientados, navegando entre la
dependencia obligada a las instituciones europeas de las que dependemos, y el
discurso nacionalista de consumo interno, para la compra de votos. Y en esa
situación, con difícil horizonte, surge en España la guinda que ha venido a
añadir más confusión: El choque frontal de dos derechas nacionalistas,
confundiendo el concepto nación-estado. Por ideología nacionalista, o por
interés electoralista.
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