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Apuntes del Siglo
XX….y XXI
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No es fácil
ser funcionario. Tiene muchas dificultades. También tiene ventajas. Pero las
dificultades están muy por encima de los beneficios. La primera dificultad es
conseguir el puesto. A quienes denigran a los funcionarios, hay que decirles:
“Apúntate, ahí lo tienes” Empieza a luchar por conseguirlo. Otra dificultad
añadida, en este momento, es aguantar una injusta campaña, que desde ciertos
sectores se ha organizado en contra del funcionariado. La mayor parte de las
veces con mentiras y falsedades. Desde sectores políticos que aprovechando el
paso del río Pisuerga, atacan a todo lo que tenga perfil público, porque les
gustaría que esa función la desempeñasen empresas privadas controladas por
ellos mismos.
Estamos
oyendo desde ciertos políticos y ciertos medios de comunicación que una de las
causas de la crisis está en el número insoportable de funcionarios. “No se
puede aguantar que España tenga el doble de funcionarios que Alemania” ¿Lo han
oído, verdad? Pues es falso. De los 27 países que forman la Unión Europea,
tienen menos funcionarios que España, en relación al número de habitantes, sólo
4 países: Chipre, Portugal, Italia y Austria. Los otros 22 tienen más
funcionarios que España.
España está
por debajo de la media europea en número de funcionarios. Hay muchos criterios
a la hora de medir el número de funcionarios, lo que facilita la aparición de
manipuladores. La fuente más fiable y reconocida, es la de “Eurostar”, que
establece el número de habitantes atendidos por cada funcionario. Dinamarca, el
país con mayor número de funcionarios, cada uno atiende a 5,82 habitantes,
Francia a 9,44, Alemania a 13,66, España a 15,02, y Austria con menos
funcionarios, atiende a 17,91 habitantes.
Es falso y
falaz que sean muchos y que no hacen nada. El número de funcionarios es
insuficiente para la dignísima y mal pagada función que desempeñan. Quien
quiera que compare el sueldo de un funcionario y un empleado privado, del mismo
nivel de estudios y exigencia laboral. Quien quiera que compare la dificultad
para entrar a desempeñar un puesto en la función pública, y uno equivalente en
la privada. En el momento en que más habíamos avanzado en el prestigio de la
función pública, aparecen los “salvapatrias” culpando a los funcionarios de la crisis.
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