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Apuntes del Siglo
XX….y XXI
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Ni he
tenido, ni tengo, ni creo que tendré, intenciones de escribir en defensa del
Juez Baltasar Garzón. Claramente no. Por dos razones. Aparte del reconocimiento
hacia sus grandes aportaciones a la Justicia, que las ha tenido, -justo es
reconocerlas- nunca fue santo de mi devoción. No me gusta su actitud de
protagonismo. No creo en los jueces estrella. Podía haber hecho la misma
buenísima labor sin ese estrellato. Tampoco puedo enjuiciarlo por los delitos
que los magistrados del Tribunal Supremo han encontrado para inhabilitarlo
durante once años, que es lo mismo que echarlo de la Justicia. Sencillamente
porque no conozco los entresijos jurídicos que se han movido en este proceso.
Solo decir que no me han gustado. Ni un pelo.
Escribo
después de leer la entrevista que Natalia Junquera hace a Baltasar Garzón en El País, el pasado día 5. Aquí hay algo
que no me encaja, y por ello hago mías estas reflexiones. Casos como este, no
contribuyen en nada al ya deteriorado prestigio de la Justicia. Algunas
dicotomías chocan frontalmente y golpean la conciencia colectiva.
En el juicio
contra Garzón, han concurrido circunstancias, que algunos no podemos entender.
Quiénes han presentado la denuncia, cuándo se ha presentado, motivaciones que
han flotado en el ambiente. Cosas que mucha gente, no hemos entendido. Pero por
respeto a un poder del Estado, aceptamos. Por respeto y porque no queda otra.
Pero damos por sentado que la sentencia habrá sido justa. Dábamos.
Porque lo
que Garzón dice en esa entrevista contra el Partido Popular, contra ciertos
poderes de la Justicia y en concreto contra el Tribunal Supremo es muy grave.
Si son inventos de Garzón habrá que abrirle otro procedimiento. Habrá que abrir
nuevas diligencias. Habrá que juzgarlo. No como juez, sino como simple
ciudadano. No se puede decir que Trillo, por encargo del PP, ha organizado
campañas contra un juez. No se puede decir que han montado un juicio artificial
por razones ideológicas y por intereses propios. No puede decirlo gratuitamente.
Si por el contrario, Garzón tiene razón y son ciertas sus acusaciones, los
miembros del Tribunal que lo han juzgado y sentenciado no pueden permanecer ni
un minuto en su puesto. Si Garzón tiene razón, la Justicia debería aligerar el
caso Gürtel, y resolverlo ya de una vez por todas.
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