miércoles, 15 de agosto de 2012

EL SUPREMO O GARZÓN



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Apuntes del Siglo XX….y XXI
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Ni he tenido, ni tengo, ni creo que tendré, intenciones de escribir en defensa del Juez Baltasar Garzón. Claramente no. Por dos razones. Aparte del reconocimiento hacia sus grandes aportaciones a la Justicia, que las ha tenido, -justo es reconocerlas- nunca fue santo de mi devoción. No me gusta su actitud de protagonismo. No creo en los jueces estrella. Podía haber hecho la misma buenísima labor sin ese estrellato. Tampoco puedo enjuiciarlo por los delitos que los magistrados del Tribunal Supremo han encontrado para inhabilitarlo durante once años, que es lo mismo que echarlo de la Justicia. Sencillamente porque no conozco los entresijos jurídicos que se han movido en este proceso. Solo decir que no me han gustado. Ni un pelo.

Escribo después de leer la entrevista que Natalia Junquera hace a Baltasar Garzón en El País, el pasado día 5. Aquí hay algo que no me encaja, y por ello hago mías estas reflexiones. Casos como este, no contribuyen en nada al ya deteriorado prestigio de la Justicia. Algunas dicotomías chocan frontalmente y golpean la conciencia colectiva.

En el juicio contra Garzón, han concurrido circunstancias, que algunos no podemos entender. Quiénes han presentado la denuncia, cuándo se ha presentado, motivaciones que han flotado en el ambiente. Cosas que mucha gente, no hemos entendido. Pero por respeto a un poder del Estado, aceptamos. Por respeto y porque no queda otra. Pero damos por sentado que la sentencia habrá sido justa. Dábamos.

Porque lo que Garzón dice en esa entrevista contra el Partido Popular, contra ciertos poderes de la Justicia y en concreto contra el Tribunal Supremo es muy grave. Si son inventos de Garzón habrá que abrirle otro procedimiento. Habrá que abrir nuevas diligencias. Habrá que juzgarlo. No como juez, sino como simple ciudadano. No se puede decir que Trillo, por encargo del PP, ha organizado campañas contra un juez. No se puede decir que han montado un juicio artificial por razones ideológicas y por intereses propios. No puede decirlo gratuitamente. Si por el contrario, Garzón tiene razón y son ciertas sus acusaciones, los miembros del Tribunal que lo han juzgado y sentenciado no pueden permanecer ni un minuto en su puesto. Si Garzón tiene razón, la Justicia debería aligerar el caso Gürtel, y resolverlo ya de una vez por todas.


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