miércoles, 22 de agosto de 2012

CONDE O GORDILLO




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Apuntes del Siglo XX….y XXI
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Mario Conde o Sánchez Gordillo. ¿Difícil elección? No. Facilísimo. No me quedo con ninguno de los dos. Iguales y distintos. Iguales en populismo. Y el populismo nunca es bueno. Distintos, porque uno pertenece a la extrema derecha, y el otro a la extrema izquierda. De todas formas, si me apretaran a elegir uno, me quedaría con Sánchez Gordillo, porque al menos es coherente con su actitud. Mario Conde cuando dice que el objetivo de su partido es regenerar la política, me hace reír, por no llorar. Pero insisto: populistas los dos, antisistema los dos. Y ni lo uno, ni lo otro, sería bueno para la política en España. ¡Rechazados los dos!. ¿Está claro?

Pero si no me gustan ninguno de los dos, ¿por qué les dedico unas líneas en mi columna? Sencillamente porque el populismo aparece en el espectro político cuando los políticos llamados “del sistema” no funcionan. El oportunismo de los populistas es aprovechar el río revuelto para asomar su patita. Y eso es lo que debería llevarnos a pensar seriamente. En la historia, el populismo y los antisistema, siempre aparecen en los momentos de malestar social. Por tanto la culpa no es de populistas o antisitema. La culpa es de quienes no han sabido hacer frente a un problema que sufren los ciudadanos. Lo sufren y mucho. Son víctimas de los errores del sistema.

Sí. Porque no es el sistema lo que falla. Lo que ha fallado es que el sistema no ha previsto defenderse de quienes amparados en ese sistema, abusan. Han hecho de su capa un sayo. Se han reído del sistema.., y lo derrumbarán, si no somos capaces de evitarlo. La ideología del más poderoso, y la corrupción, han puesto patas arriba el sistema. Unos se han unido al carro, porque es la base de su ideología; otros se han arrugado, y no le han hecho frente.

Pero no necesitamos antisistemas populistas. El sistema que tenemos nos ha proporcionado unos niveles de vida y un bienestar social, nunca logrado en la historia de la humanidad. Así que no vengan a rompernos el sistema, que es nuestro, muy nuestro, y ha funcionado. Lo que tenemos que hacer, -desde el sistema mismo-, es parapetarnos de los peligros de quienes quieren derrumbar ese nivel de vida y ese bienestar social; quieren acabar con él; por ideología y/o por dinero. No busquemos el enemigo en Conde o Gordillo. Los culpables están dentro del propio sistema.



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