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Apuntes del Siglo
XX….y XXI
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Fastidia que
un líder con primerísima responsabilidad, trate de hacernos ver lo negro,
blanco. Por el hecho de que un mensaje se repita y se repita, días, semanas y
meses, no se hace cierto. No deja de ser una falsedad, una falacia. ¿Quién se
lo cree? Pues solo aquellos que se lo quieren creer, los que engordan
creyéndoselo. ¿Por qué ha tenido que hacer todo lo contrario de lo que dijo? Él
dice que porque el Gobierno anterior lo ha engañado. ¿Quién se lo cree?
Afirma que
sus criterios no han cambiado, es solo que en vez de encontrarse con un déficit
del 6 % se ha encontrado con un déficit cercano al 9 %. Y todavía se atreve a
decir que un político “serio” tiene que decir la verdad, aunque duela, porque
es el único camino para llegar a la solución. Pues si la solución que busca es
tan verdadera como el fundamento de su justificación vamos arreglados.
Cuando el
gobierno anterior, en el tercer trimestre de 2011 dio como previsión un 6 %, en
ese momento estaba en lo cierto. ¿Qué ha ocurrido hasta llegar a ese 8,9 %?
Durante el cuarto trimestre descendieron los ingresos lo que produjo una
pequeñísima desviación en los cálculos del gobierno central. Muy pequeña. En la
desviación del déficit han influido esencialmente otros hechos que el Sr. Rajoy
debe conocer. Para el cálculo del déficit de un país se tienen en cuenta la
suma de los déficits de todos los sectores económicos de ese país. En Europa sí
lo saben.
En España la
deuda privada es muy superior a la pública. Un ejemplo: ¿sabe el Sr. Rajoy que
Bankia pasó en unos días de tener superávit, de ganar dinero, a tener pérdidas
en torno a los 20.000 millones de euros? Eso sí que fue un engaño, y de los
gordos. Pero, ahí no acaba la cosa. Las mayores desviaciones se producen por falsedades
contables en algunas comunidades autónomas, que el Sr. Rajoy debería conocer
muy bien. Y si no las conocía es que compañeros de su partido le han estado
engañando. Por tanto culpar al gobierno central anterior del engaño del déficit
es una auténtica falacia, es desviar el tiro. Y, fundamentar los recortes en no
conocer la desviación del déficit es provocar la pérdida de credibilidad en las
cuentas de España, dentro y fuera, porque los líderes europeos no se la han
tragado.
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