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Apuntes
del Siglo XX….y XXI
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Es la
pregunta pendiente. El PSOE aún no se ha hecho esta pregunta. ¿Por qué está
pasando lo que está pasando? No es suficiente decir que el partido hace
autocrítica. No. No es suficiente. Cómo va a hacer autocrítica si no sabe lo
que está pasando. Ya no vale decir hemos cometido errores. Hay que saber cuáles
son esos errores. El PSOE sigue sin hacer un estudio profundo de la situación.
Y si lo ha hecho no lo está explicando, -que ha sido uno de sus grandes
errores-. Y si a esto le sumamos que la intelectualidad de izquierdas está
absolutamente desaparecida, podemos concluir que el progresismo está
desnortado. El catedrático Jordi Gracia se asombra de que los acontecimientos
hayan desbordado la realidad anímica.
El propio
Gracia concluye que “la izquierda se ha instalado en una resignación biológica
que le impide arbitrar un frente fuerte para limitar el poder del dinero y
fortalecer el poder del Estado”. No sé si el profesor muestra su preocupación
desde una posición de izquierda radical y trasnochada. Puede que sí. Pero de lo
que no cabe duda es de que la izquierda progresista y moderada, moderna, ha
caído en una desmotivación muy preocupante. Preocupante, no por el porvenir de
un partido político, sino porque la democracia está coja sin la compensación de
un poder que frene al capitalismo salvaje neoliberal que nos ha invadido, y que
nos ha traído a donde estamos. ¿Quién frena las políticas asfixiantes de Merkel
y Sarkozy?
El gran
problema que acecha a la sociedad actual, es que la derecha se ha escorado
hacia posiciones más propias de un capitalismo decimonónico, y que la izquierda
se ha sumido en el derrotismo de la impotencia. La primera lleva a la sociedad
hacia niveles socioeconómicos alejados del bienestar social de una clase media
propia del siglo XXI. Y la desmotivación de la segunda ha conducido a la
desmovilización de la izquierda intelectual y de las clases medias
desilusionadas.
El PSOE, en
estas circunstancias, no debe situar como objetivo inmediato ganar posiciones
con vistas a las próximas elecciones. Ese debe ser su objetivo último, pero no
el inmediato. Lo inmediato es transmitir un mensaje, una corriente, que muestre
a la sociedad que la socialdemocracia no ha muerto; que hay que revitalizarla
para que actúe como contrapeso de equilibrio; que recupere la ilusión que han
perdido los cuatro millones y medio de votantes desilusionados; que hay otras
formas de hacer frente a la crisis que las que proponen las corrientes
dominantes. Y cuando haya logrado eso, las elecciones vendrán solas, porque
habrá una mayoría social con fuerza e ilusión suficientes para sustentarlas.
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