sábado, 4 de febrero de 2012

EL PSOE YA TIENE LÍDER


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Apuntes del Siglo XX….y XXI
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El PSOE ya no es un partido descabezado. Con un partido descabezado en la oposición, la derecha marcha a sus anchas. Y eso no es bueno. Pero dotar a un partido de su líder no basta. Más urgente aún es establecer un marco ideológico y organizativo. Hacen falta las dos cosas. Un líder sin ese marco no es operativo. Pero un proyecto sin alguien que lo encarne, no puede andar. Las ideas no andan solas por la calle; hacen falta personas que las porten. Las dos cosas: líder y proyecto.

Un proyecto basado en los principios inamovibles en la socialdemocracia, pero adaptado a los tiempos y sobre todo a las circunstancias. Y un líder con fuerza y experiencia que lo sepa desarrollar. Ahora fuerza, unidad y trabajo. Imprescindible para el partido por razones de supervivencia; pero no menos imprescindible para la sociedad que requiere una posición política y social compensatoria, una posición política y social que equilibre el panorama. Por muy poco pero ha ganado la mente sobre el corazón. Mente y corazón podrán reestructurar un partido viejo pero nuevo.

No es necesario estar en el Gobierno para vender unos principios. Los que piensan así, no tienen intención de vender, de convencer. Su intención es imponer. El trabajo desde la oposición puede resultar efectivo si de lo que se trata es de ilusionar al electorado. Una oposición que no hace más que destruir, algún día ganará, pero no habrá ilusionado. No piensa más que en el poder por el poder. Aspirará a gobernar, solo cuando el Gobierno se hunda. Ese no debe ser el papel de una oposición. 

Hace falta un puñetazo en la mesa acompañado de toda una nueva filosofía que ilusione al electorado desamparado. Hace falta salir a la palestra y decir con claridad y valentía: Esto, esto y esto, lo hemos hecho mal; y esto, esto y esto lo hemos hecho bien. Hace falta mucha explicación. Hace falta un discurso que se aparte de esa creencia que tiene el ciudadano de los discursos llenos de palabrería. Un discurso que satisfaga las necesidades de los gobernados, y que conecte con sus inquietudes.

Hay que mostrar a los ciudadanos un partido nuevo, participativo, proyectado hacia fuera, sin endogamias. Un partido que rompa con aquella imagen que Henrik Ibsen ya denunciaba a finales del siglo XIX. Ibsen decía que los partidos colocan la política y los negocios por encima de las personas. Decía que utilizan los principios de la democracia para hacer demagogia. Acusaba a políticos de utilizar el doble lenguaje. En definitiva, hacen falta partidos que no enmascaren sus intereses partidistas bajo la noción de “bien común”.

Eso es lo que toca ahora. Esa es la tarea que tiene por delante Alfredo Pérez Rubalcaba. La política lo necesita y la sociedad se lo agradecerá.




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