domingo, 26 de febrero de 2012

CONSPIRACIÓN DE COBARDES


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Apuntes del Siglo XX….y XXI
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El escritor y columnista, defensor del catolicismo más conservador, Juan Manuel de Prada, nada sospechoso de “rojeras”, con motivo de la tan controvertida reforma laboral, trae a colación, una denuncia del escritor y ensayista británico, Gilbert Keith Chesterton, quien a principios del siglo XX, definía el capitalismo como una “conspiración de cobardes”. “Porque tal proceso de alienación social, -añadía Chesterton- no lo desarrolla a las bravas, al modo del gélido cientifismo comunista, sino envolviéndolo en coartadas justificativas más o menos merengosas, pero con un parejo desprecio a la dignidad humana”.

La reforma laboral que nos presenta el Gobierno no es más que la confirmación de aquellas palabras de Chesterton, hace cien años. Y es que, en el plano individual, el capitalismo, a la postre, ha hecho… hace, lo mismo que el comunismo. Este lo hizo de manera descarnada, a lo bestia. Se nos vendió como la fórmula ideal para luchar contra el poderoso. Algunos pensaron que era la panacea de un más justo reparto de la riqueza.

En realidad no resultó así; ¿porque no era así desde su invento?, o porque su aplicación fue manipulada y aprovechada por unos irresponsables. Se presentó como el canto de sirena que ofrecía la salvación del hombre como ente de una comunidad. El individuo no encontró el estado del bienestar que pensaba. El pobre siguió siendo pobre. Con la burda diferencia de que en vez de depender de los señores propietarios de la riqueza, pasaron a depender de un Estado no menos devastador. Solo tuvo el mérito de frenar al bando contrario mientras existió: “El Capitalismo”

El capitalismo se comporta con cierta similitud. Si no en el fondo, en la forma sí. Nos coloca el señuelo. Nos hace oír el canto de sirena del progreso, de la libertad, de los derechos humanos, y de un estado del bienestar más acorde con la civilización occidental. Y es verdad. El sistema debería funcionar. Pero, a veces, no funciona. No funciona porque los manipuladores utilizan el sistema en beneficio propio. Sus administradores lo corrompen.

Es un sistema, con un señuelo más atractivo, más moderno, pero que si no tiene freno se derrumba. No por el invento, sino por los que lo aplican. Se impone una reacción política urgente, para evitar otro tipo de reacciones que la historia nos muestra. Reacciones a las que, a veces, hay que aplicar aquello de que “es peor el remedio que la enfermedad”. Pero eso es otro tema, del que ya hablaremos.

Si Chesterton viera hoy, la crisis económica, los mercados, la burbuja inmobiliaria, la crisis de la deuda, los ajustes y las reformas laborales, diría: “conspiración de cobardes”.


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