domingo, 4 de marzo de 2012

DE ROLDÁN A URDANGARÍN


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Apuntes del Siglo XX….y XXI
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Fue precisamente en otra etapa de descontrolado crecimiento de la economía en España, cuando estalló la corrupción. Era la época del pelotazo. Un movimiento surgido, como siempre, de la economía de la especulación, que colocaba la alfombra roja, a todos aquellos que, libres del más mínimo escrúpulo se sumergen en el fangoso entramado del enriquecimiento fácil e ilegal. Es la economía especulativa dirigida por “los mercados”, y amparada por ciertos sectores de la política neoliberal, la antesala de los grandes procesos de corrupción que hemos conocido, y que seguimos conociendo por desgracia.

Con los Roldán, y compañía, en la cárcel, algunos ingenuos pensamos que el tema de la corrupción se había borrado del mapa,  que aquella famosa frase de un famoso político de “a la política se va para enriquecerse” ya no iba a tener cabida. Pues no. Hoy vemos estupefactos que no solo no ha desaparecido, sino que se ha extendido como una mancha de aceite; que los pelotazos son cada vez más gordos; y que las triquiñuelas para librarse de la justicia son cada vez más sofisticadas.

¿Es una utopía irrealizable pensar en exterminar la corrupción? No debería serlo. No es entendible que tras campañas electorales, tras elecciones primarias, y con nuevo Gobierno en España y en las Autonomías, la palabra corrupción brille por su ausencia. No hay voluntad política de acabar con esta lacra. Aquellos que cuando se habla de corrupción, enseguida salen con “y tú más” no quieren acabar con la corrupción. Quieren machacar al adversario utilizando torticeramente la corrupción, y pretender esconder sus propias vergüenzas, quizá buscando que nada cambie.

El presunto caso Urdangarín es la muestra de que hay corrupción hasta debajo de la cama. ¡Qué casualidad! El Instituto Nóos fue a buscar sus lucrativos convenios a las comunidades de Baleares y de Valencia. Este caso tiene toda la pinta de estar siendo utilizado como tapadera de otros muchos, más extendidos y de mayor gravedad. Hay que acabar con ello. No puede ser que los ciudadanos vean la corrupción como algo consustancial en vida política. Incluso que líderes con imputaciones gravísimas ganen elecciones. Hemos conseguido “berlusconizar” la vida política.

Es la hora de que alguien tome la iniciativa de hacer frente a la corrupción. Y no caben medias tintas. Hay que tomar iniciativas parlamentarias de gran calado. Los corruptos no se pueden escudar en dilaciones y prescripciones. Hay que obligar a los corruptos a que devuelvan lo sustraído. El partido que lo haga habrá prestado un gran servicio a la democracia, y los electores se lo agradeceremos.


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