sábado, 12 de noviembre de 2011

¿QUIÉN GANÓ?



Empiezo por decir que ni me gusta, ni me parece adecuado, hablar de un ganador y un perdedor en un debate, que debería ser de ideas. Es un mecanismo que introduce el periodismo para crear, primero, y vender después, noticias. No es procedente preguntar en una encuesta a los ciudadanos ¿quién ganó?. Habría que preguntarle ¿quien le gustó?. Y por supuesto a los votantes del PP les gusta Rajoy y a los votantes socialistas les gusta más Rubalcaba. Es cuestión de gustos, no es cuestión de ganadores o perdedores.

Me puede gustar, y mucho, un equipo de fútbol, y que el gusto no coincida con el resultado. El partido que se está disputando en España, empezó hace mucho tiempo, y no terminará hasta la noche del día 20 de noviembre. El debate es un momento puntual del partido. De un partido, en el que el marcador sitúa al PP en clara ventaja. Pero, ni eso, es definitivo. El ganador no se puede proclamar hasta el último minuto del partido. Otra cosa muy distinta es que analicemos lo que ocurrió en ese debate, desde el punto de vista ideológico y estratégico.
El debate puso de manifiesto que el marcador juega a favor de Rajoy, y que por tanto, no es de extrañar que planteara el partido sin arriesgar. En ese sentido el líder conservador estuvo más acertado. Cumplió el guión a rajatabla. Se limitó a leer lo que le habían escrito, viniera o no a cuento. Mi crítica es que eso no es debatir. Por el contrario Rubalcaba estaba obligado a preguntar y desmontar el programa oculto de los populares. Y ese objetivo, casi lo cumplió. No del todo, porque jugar contra un equipo que solo quiere mantener el resultado es muy difícil, en el fútbol y en la política. Pero vayamos a aspectos más evaluables.

Mariano Rajoy se limitó a repetir hasta la saciedad los cinco millones de parados, igual que ha hecho en toda la legislatura. En la primera legislatura pusieron el disco de la lucha antiterrorista, y en esta segunda la crisis y el paro. Y les está dando resultado porque la crisis castiga a quien ha gobernado. Lo hemos visto y lo estamos viendo en todos los gobiernos europeos. Ahora bien, Rajoy podría, al menos aportar alguna idea para luchar contra esta situación que tan duramente critica. Bueno sí. No es justo. Aporta ideas. Mariano Rajoy dice con tono solemne que para acabar con el paro tomará todas las medidas que conduzcan a crear empleo.

Pero lo más sorprendente es la imagen que ahora nos quiere vender de hombre de Estado, moderado y respetuoso. Va gobernar con el consenso de todos, porque si no trabajamos todos unidos no salvaremos los retos que tenemos por delante. Más vale tarde que nunca. Ahora se da cuenta de que los temas de estado requieren el consenso de todos. Ahora apenas habla de ETA porque es un éxito de todos. ¿Haría lo mismo si el final de ETA se hubiese producido bajo un gobierno del PP? Si gobierna, que eso está por ver, pide el apoyo de la oposición, sin crispación y sin críticas destructivas. No ha hecho otra cosa que poner piedras en el camino, y ahora con el marcador a su favor, pide moderación y consenso. ¡Muy agudo! No. El verdadero “hombre de estado” lo es siempre esté donde esté. Ser hombre de estado es una categoría que se tiene o no se tiene. No es una estrategia.


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