miércoles, 9 de noviembre de 2011

CAMBIO DE MODELO I




A la hora de diseñar un programa hay dos pautas claramente diferenciadas: la liberal conservadora, y la progresista socialdemócrata, ambas tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Pero independientemente de las inclinaciones de cada elector, absolutamente legítimas, hay que valorar, hay que ponderar, la más adecuada en cada momento, en cada circunstancia. Hay que optar por la más idónea a la problemática que se presenta en cada momento. Y el problema que tenemos en este momento, por encima de cualquier otro, es la crisis económica.

Precisamente la crisis ha venido a poner de manifiesto el rotundo fracaso del modelo neoliberal. Por mucho que se empeñen los mercados, por mucho que se empeñen los partidos liberal conservadores, el modelo que ellos defienden ha fracasado. Quizá se haya autodestruido. Y ha fracasado porque han sido precisamente los causantes de la debacle. La economía liberal sin regulación alguna nos ha llevado a la situación que hoy sufrimos. Aunque no debe extrañarnos que los causantes de la crisis se resistan a reconocerlo, porque a esa minoría que defiende el modelo les ha ido de mil maravillas. Controlan todo el chiringuito, barriendo para casa, como es lógico.

Por ello se impone la urgente necesidad de implantar nuevos modelos económicos. Modelos que se basen en la productividad y no en la especulación. Modelos que, sin salirse de la dinámica del libre mercado, estén sometidos al poder político. No es una tarea fácil, ni una tarea en la que se vean los resultados de hoy para mañana. Los líderes convencidos de la socialdemocracia deben trabajar desde ya, para iniciar la tarea de cambiar el modelo productivo. La especulación enriquece a unos pocos, pero empobrece al resto de los mortales.

Yo diría que ni siquiera pensando en las elecciones del 20-N. Hay que pensar más en el futuro de nuestra sociedad, de una sociedad que progrese en el bienestar social, como lo fue en etapas en las que el predominio político no fue neoliberal. Lo que tenemos de construcción europea, lo que entendemos por una sociedad occidental, iba por muy buen camino hasta que llegó el neoliberalismo thatcheriano. Europa se paralizó, y con ello se tambalea el estado del bienestar y del progreso. Se paralizaron los conceptos de solidaridad, de cohesión, y de desarrollo sostenible. Es verdad que el neoliberalismo produce índices de crecimiento rápido, visible a corto plazo, pero nada sostenible. Se bambolea al primer viento, y favorece la corrupción.

Por tanto, el punto de partida, en España y en Europa es sentar las bases para ir introduciendo ese cambio. Se trata de crear una corriente de opinión y unos líderes con voluntad política de llevarlo a cabo. Cambio que tiene que venir por dos principios fundamentales: El control del sistema financiero y una reforma fiscal progresiva en profundidad. Seguiremos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario