martes, 7 de junio de 2011

BIENVENIDA HERENCIA

Nunca una herencia puede ser el pretexto para determinadas actitudes que, con la herencia o sin ella, se estaba decidido a ponerla en marcha. La mala herencia recibida del PSOE se ha convertido en una cantinela, que ya empieza a hacerse un tanto insoportable. El problema es que a un sector se le hace insoportable y, en el otro sector se recibe como una verdad máxima e inapelable. Dicho de otra forma, muchos se lo creen, -o no se lo creen-, pero lo utilizan, aun a sabiendas de que es falso, para mantener sus posicionamientos. Muchos otros no nos lo creemos porque estamos convencidos de que es una estratagema para justificar medidas que no tienen el valor de reconocerlas como suyas.
                                                    
En el año 1996, cuando el Partido Popular llega al poder por primera vez, el mensaje repetido, por activa y por pasiva era que habían recibido un estado en ruinas. “Fíjense si estarán mal las cuentas, -decían desde el entorno del PP-, que a partir de ahora corremos los funcionarios el riesgo de no poder ni cobrar”. Luego se dijo que si estábamos cobrando era porque la ONCE les había prestado dinero para hacer frente a las nóminas.

Pero no. Los funcionarios seguimos cobrando con normalidad y no pasó nada. Bueno, sí paso. ¿Saben ustedes lo que pasó? que se vendieron todas las joyas de la corona. Se privatizaron todas las grandes empresas públicas. La mala, malísima herencia recibida de los gobiernos de Felipe González, fue el pretexto para iniciar un proceso de privatizaciones, propio de sus ideas liberalizadoras.

De Felipe González recibieron, además de la universalización de la Sanidad y de la Educación, una estructura económica nueva, que había sabido romper con los esquemas de la economía que durante una buena parte del siglo XX nos había colocado al margen de los progresos que Europa estaba experimentando. Los gobiernos de Felipe González, renunciando a su propia ideología por el bien de España, y a no poder cumplir los puestos de trabajo prometidos, cambiaron todo el entramado económico e industrial de nuestro país. No fue fácil.

Quince años después, el Partido Popular sigue con la misma cantinela: “la herencia recibida”. Tengo el temor, espero equivocarme, de que no es más que la introducción, el pretexto, la preparación del camino, para una serie de recortes en los servicios que sustentan el estado de bienestar. Pero no será por la crisis, ni por la herencia recibida; será porque su propósito es dejar de prestar apoyo a lo público para ir privatizando la sanidad, la educación, la radio televisión, y todo lo que supone el entramado del estado.

Lo extraño es que el partido socialista no tenga, ideólogos, estrategas, capaces de contraponer el mensaje. El gran pecado del PSOE, ayer, hoy, y me temo que mañana, no es otro que el de desdibujar su ideología y dejarse ganar el terreno por un neoliberalismo que sabe muy bien lo que hace, y como lo hace. Por eso la sociedad que puso su confianza en una socialdemocracia se siente defraudada.


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