domingo, 19 de diciembre de 2010

MODELOS SOCIOPOLÍTICOS


Hay que decirle a la derecha española, que no hay buenos y malos. El Partido Popular debe saber, -quizá lo sepa-, que en Europa existen dos modelos sociales, políticos y económicos, muy distintos. Quizá sí lo saben, pero les viene mejor emplear los términos “buenos y malos”. El problema es que incurren en la intolerancia. En el juego político, como en los demás aspectos de la vida, la tolerancia hacia el diferente debe marcar nuestras relaciones. Es el fundamento, junto a la solidaridad, de esa asignatura que a ciertos sectores les molesta tanto: es la Educación para la Ciudadanía. Por encima de cualquier creencia religiosa, y por encima de cualquier pensamiento ideológico, la solidaridad y la tolerancia son los ejes sobre los que debe pivotar toda relación humana.

Sí. Hay dos modelos claramente diferenciados. Dos modelos diferentes dignos de todo respeto. Nadie puede arrogarse el derecho a calificar el mío como el bueno y el del otro como el malo. No. Podemos defender, sí, el nuestro, con todas nuestras energías, pero sin perder de vista esa tolerancia que nos debe conducir a respetar al diferente. El debate político debe basarse en la diferencia de los modelos, porque si lo basamos en el bueno y el malo, vamos hacia la crispación y hacia el insulto. Además vaciamos de contenido el debate.

Uno está basado en impuestos más redistributivos, en un Estado con más competencias, en un estado del bienestar emanado de esos impuestos. Una organización, en la que lo público predomina sobre lo privado. Es el modelo que la socialdemocracia predica como suyo. Los servicios fundamentales como la educación, la sanidad o las infraestructuras están más garantizados en calidad y en extensión según el modelo socialdemócrata. Suecia y Noruega son los países históricamente más representativos de este sistema. En el lado contrario, se encuentran otros países como los anglosajones Inglaterra o Irlanda. Es el sistema liberal conservador en el que lo privado prevalece sobre lo público. Se coloca por delante del bienestar social, el equilibrio de las cuentas del Estado. El Estado tiene menor tamaño, con menos recaudación, porque la mayoría de los servicios están en manos privadas.

Hay que aclarar, que hoy, estas dos tendencias se encuentran en casi todos los países. Depende del partido que gobierne. Esa alternancia lleva a que las distancias ideológicas estén menos alejadas. En países, como Alemania, Francia, Italia o España, por citar algunos ejemplos, el cambio de modelo se produce en cada proceso electoral. Es bueno porque los ciudadanos conocemos ambos modelos y podemos juzgar lo que más conviene. Es malo porque el modelo de país queda sin definir, por lo que a veces lo que uno avanza el otro lo frena o lo retrocede. La derecha presume de social, y la izquierda adopta medidas más propias de la derecha.

Los convencidos de la excelencia de la socialdemocracia, creemos que es el más adecuado para lograr el desarrollo económico al tiempo que el bienestar social. Poníamos como ejemplo Suecia y Noruega. Precisamente ejemplos de países con un mayor desarrollo en todos los sentidos. Algunos dicen que el liberalismo conservador predomina en Europa, porque es mejor. Por el contrario, los partidarios de la socialdemocracia pensamos que, por ser el liberalismo conservador el predominante es por lo que Europa está estancada y no está haciendo frente a la crisis de forma conjunta. Predominan más los nacionalismos que la cohesión y el desarrollo común. Europa está perdiendo espacio en el concierto internacional.



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