domingo, 14 de noviembre de 2010

La crispación que viene

Desde que el presidente Zapatero decidiera remodelar el Gobierno, y poner de número dos a Alfredo Pérez Rubalcaba, todos habíamos previsto que la derecha y sus tentáculos mediáticos iban a lanzarse al monte con una campaña de desprestigio hacia el nuevo Gobierno y en especial contra el vicepresidente primero. A nadie le podía extrañar que esa estrategia se iba a producir.

Lo que ocurre es que una vez que oímos al presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, proclamar a sus seguidores que no se entretengan, ni se distraigan con los nuevos ministros; cuando le oímos decir a Rajoy que el objetivo debía seguir siendo la economía, y el presidente del Gobierno como punto de referencia en sus críticas; cuando oímos decir al presidente del PP que ellos no iban a entrar en ruidos, que ellos se iban a centrar en los problemas que les preocupan a los españoles; entonces, a algunos nos hizo pensar que algo estaba cambiando en el PP.

Algunos pensamos que una vez más se iba a iniciar el, tan cacareado y nunca realizado, viaje hacia el centro. ¡Qué ilusos somos algunos! Sí. Se han tirado al monte, y de qué manera. Se han lanzado a la yugular de Rubalcaba como si se tratara del enemigo público número uno. En su primera intervención como portavoz del Gobierno en el Congreso de los Diputados, Rubalcaba ha tenido que oír una retahíla de insultos y acusaciones, de hoy y del pasado, hasta el hartazgo, hasta el empalago, hasta lo insoportable.

En intervenciones de breves minutos, se oyó hablar de Roldán, Paesa, Amedo como paridos de Rubalcaba. Se oyó hablar de los Gal, del 11-M y de las negociaciones con ETA. Le acusaron de organizar camarillas policiales para investigar a miembros del PP. Y más que no me acuerdo, de antaño y hogaño. Le culparon hasta del fracaso escolar por ser el promotor de la LOGSE. Que se sepa, el promotor fue el ministro de Educación, Javier Solana. Y si es verdad que hay fracaso escolar se le deberá a todos los gobiernos, del PSOE y del PP. Pero da igual. No merece la pena analizar nada porque, lo importante era vapulear. Eso de conceder un margen de confianza de cien días, aquí no vale. Eso va para otros.

El problema es que, además de la posición impresentable de Rafael Hernando y de Ignacio Gil Lázaro, que es lo de menos porque ya los conocemos, el gran problema, el problema profundo de esta cuestión es el papel que juega en todo esto el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy.

Si Rajoy acababa de decir a los suyos que dejaran a Rubalcaba, que el punto de mira debía situarse en Zapatero, es que aquí pasa algo. O, a Mariano Rajoy no le hacen ni puñetero caso cuando dibuja la estrategia de partido, o, es Rajoy el que dice una cosa en público, y otra muy distinta bajo cuerda. No lo sabemos. No sabemos si es que se sienten más cómodos en la crispación, o es que no tienen ninguna propuesta en la que fijar su posición. O peor todavía, que tienen propuestas, saben muy bien lo que van a hacer si llegaran al gobierno. Pero no les interesa que se sepan. Es mucho más rentable, electoralmente, entretenerse en poner a parir a Rubalcaba, que diseñar o destapar un programa de gobierno, a lo David Cameron.

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