domingo, 28 de noviembre de 2010

HA CAÍDO IRLANDA

No. No nos engañemos. No ha caído Irlanda. Ha caído un trocito de la eurozona. No se trata de atacar a países. Se trata de atacar al euro. El problema es que esos ataques se llevan por delante el organigrama político, social y económico de un determinado país. Esa es la cuestión. Al especulador no le importa si es Gracia, o Irlanda, o Portugal. Lo que le importa es ganar dinero. Lo que le importa es posicionarse, frente a una moneda fuerte que le pueda hacer sombra en sus intereses financieros y especulativos.

Esto no es nuevo. Desde que apareció el euro, en ese mismo instante, algunos estaban preocupados por el crecimiento de una sociedad con un desarrollo cultural como ninguna otra, de una sociedad con un sistema de bienestar social modelo en el mundo entero, de una sociedad preparada para competir con las monedas más fuertes del mundo global, de una sociedad que ella misma dispone de un grupo consumidor capaz de venderse a sí mismo sus productos.

Todos esos factores empezaron a poner nerviosos a los centros de interés financieros que veían peligrar su predominio. El euro había logrado ponerse en valor por encima del dólar y de la libra. Por citar los más próximos. Ese punto de mira está situado desde hace mucho tiempo. ¿Y por qué ahora? La crisis es el momento más oportuno. Es un momento de debilidad. Es un momento de descolocación. Incluso hay quien se atreve a decir que la propia crisis ha sido provocada por los mismos que ahora atacan al euro. Tienen que provocar desequilibrios en el mercado de valores, porque cuando sube ganan, y cuando baja ganan. Siempre ganan.

A eso hay añadir que los actuales líderes alemanes, creían, equivocadamente, que con el marco, ellos eran los amos del cortijo. En consecuencia han pretendido, hasta que se han dado cuenta del error, de hacerse con el mando del euro. Los gobiernos guiados por un liberalismo mal entendido, han favorecido, sin quererlo, el desequilibrio financiero en el que nos encontramos.

Así que, la lucha monetaria, los centros de interés económico mercantilista, las políticas equivocadas por barrer cada uno para casa, han sido los culpables de la situación en la que nos encontramos. Nada debe extrañarnos por otra parte. Si Europa tuvo la decisión de imponer una moneda única, debieron darse cuenta, desde el tratado de Maastricht, que esa Europa debía tener, además de una moneda única, una política fiscal y monetaria única, y unos organismos de control que defendieran esa moneda de los posibles ataques especulativos.

Pero no ha sido así. Cada vez que se ha presentado un problema, ha surgido el sálvese quien pueda. Y ¿qué ha pasado? que nos estamos hundiendo todos. Otro día hablaremos de los modelos económicos y políticos en los diferentes países. Sólo decir, para terminar esta primera consideración, que los ataques no están en función de esos modelos. Los ataques están dirigidos a países por orden de tamaño. El especulador prueba de menor a mayor hasta ver donde aguanta el sistema.


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