____________________________________________________
Tercera
Etapa Socialista
____________________________________________________
Siempre
se ha dicho que la mentira tiene las patas muy cortas. Y es verdad. Como todos
los dichos populares encierra una clara y profunda realidad. Los nacionalistas
de la antigua convergencia, -el pujolismo para entendernos-, que nunca lo fueron,
se apuntaron al independentismo para ver si así se libraban de las consecuencias
de la corrupción en que se habían sumido hasta el cuello. Y al grito de: “España
nos roba” lanzaron la campaña independentista. Todos sabemos cómo terminó: un
estrepitoso fracaso, del que aún colean consecuencias judiciales. La mentira
fracasó.
En
la acera de enfrente, surgió el españolismo patrio, que optó por una estrategia
catalanofóbica, con el falso mensaje de que estaban tratados como ciudadanos
con unos privilegios que los demás no teníamos. Invadieron España de banderas para
mostrar el españolismo puro. Y, ¿qué consiguieron con las banderas y las pulseras?
Que el independentismo creciera hasta la preocupante cifra de un 48 % de los
catalanes; además de una desagradable tensión entre catalanes, y entre catalanes
y españoles. Todavía hay quien habla de ciudadanos de primera y de segunda. ¿Y
electoralmente? Pasaron a ser en Cataluña un partido residual.
Las
mentiras no dieron el resultado buscado a ninguno de los dos bandos. Por ello se
imponía una tercera vía. La única válida en política: Dialogar, ceder,
consensuar: buscar en definitiva la convivencia deseable. Resultado: El
independentismo ha caído a cifras que rondan el 17 %: Cataluña está gobernada
por un partido con clara identidad española y europea; la mayoría de catalanes
se sienten bien en España, cuando se les respeta su identidad, su cultura y su
idioma. Hoy la ciudadanía catalana y española ha dejado de hablar del “conflicto
catalán.
Y
es que los nacionalismos excluyentes, los que abogan por un concepto de convivencia,
basado en que yo soy mejor que tú, están condenados al fracaso, a la falta de
concordia. Se puede amar mucho a tu nación, a tu patria chica, pero al tiempo sentirte
ciudadano del mundo; ciudadano que no se considera, ni mejor, ni más fuerte, ni
con más derechos. El diálogo, el respeto, la tolerancia y la solidaridad, son
imprescindibles para que una sociedad avance en paz y buena armonía. Y nunca
utilizar la mentira para denigrar al diferente. La mentira tiene un recorrido
muy corto.
Julio García-Casarrubios Sainz
http://juliocasarrubios.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario