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El
futuro será mejor
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No somos
conscientes del drama que viven muchos seres humanos. Un verdadero drama. El
drama más inhumano que se puede concebir en un siglo XXI. Viene la
globalización y la aprovechamos para hacer más ricos a los más ricos, y más
pobres a los más pobres. Es inconcebible la total ausencia de sensibilidad ante
el drama de los que vienen, de los que llegan porque no han muerto en el
intento. Vienen huyendo de la persecución, de la guerra, de la miseria. Y
Occidente rompiéndose la sesera, si es que la tiene, para poner puertas al campo,
para evitar que vengan.
Occidente,
y más concretamente Europa, mirando para otro lado; como si no fueran seres
humanos. Aquí en Europa, mientras tanto, riñendo para ver quien tiene más
poder, político y económico; aquí en Europa discutiendo si secesionistas o
unionistas; aquí en Europa a vueltas con el déficit y la deuda; aquí en Europa
pensando que hacer con los corruptos; aquí los políticos pensando en ocultar la
realidad. ¡No hay derecho! Occidente tiene su espacio reservado en el infierno.
Todavía
hay algún insensato, irresponsable, y no sé cuántas cosas más, que gritan alarmados
porque vienen a robarnos nuestros derechos; a ocupar los puestos de trabajo; a
beneficiarse de la educación y la sanidad que nosotros costeamos. No. Son seres
humanos marcados por el lugar donde han nacido. Insensato el que no tiene en
cuenta que ha nacido en un lugar privilegiado. Oímos a tertulianos, por no llamarles
otra cosa, decir: “Ala, que vengan todos”.
Cortitos
de inteligencia, además de faltos de la sensibilidad más básica. No se trata de
traer aquí a todos los habitantes de África, América, Asia. ¿Quién ha dicho
eso? Hay que ir a ayudarles allí, en su hábitat. Occidente, los desarrollados,
los listos…, han estado explotando a lo largo de la historia a esos mismos
pueblos, a esos mismos seres humanos, a los que ahora se les niega el agua y el
pan, a esos mismos a los que se les ponen vallas con concertinas, a esos mismos
que ahora se les deja abandonados que se mueran en pateras. ¿Tiene la culpa el
ministro Zoido de que tomen la decisión de salir huyendo? No. ¡Populismo! Nadie
ha dicho eso. Pero sí tiene la culpa de que su gobierno no les ayude para que
consigan una vida digna. No es fácil, pero habrá que intentarlo; merece la
pena; son seres humanos.
Julio García-Casarrubios Sainz
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