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Hace unos días estábamos en una de las muchas y
magníficas playas que tenemos en España. Era casi de noche. Una puesta de sol
con luna llena. Se reflejaba en el agua ese color vespertino, único, que hace
el reflejo de la luna en el agua. Cuando ya no queda nadie en la playa.
Sentados en corro en nuestras sillas playeras, hablábamos. No hay mejor manera
de hablar relajados; en una conversación placentera. Abuelos, hijos y nietos;
un corro muy nutrido. Discutiendo. No hay mejor placer que el de discutir,
cuando se discute con sinceridad, libertad y tolerancia. Mucho más cuando se
está a gusto, descansando, contemplando el color, y disfrutando la temperatura.
Bueno. A lo que voy. Es importante aclarar que
había nietos de todas las edades, universitarios, bachilleres, y de la ESO.
Padres y abuelos, mayoría de enseñantes, como se dice ahora; o cesados de la
enseñanza. En ese preciso instante, una madre, profesora de Instituto, que se
distraía haciendo un crucigrama, pregunta: ¿Alguno me sabe decir la capital de
Vietnam? Y el más joven de los nietos, estudiante de la ESO, contesta: Hanói. ¡Todos
callados!
Como el grupo era bastante nutrido, se
entremezclaban diferentes conversaciones. Pero al punto, sorprendidos, todos atendieron
a la pregunta del crucigrama y a la contestación del estudiante de la ESO.
Sorprendidos, sí, como no podía ser menos. Pero no quedó ahí la cosa. Alguno
con cierta malicia, mezcla de ironía y alago, le siguió: ¿Y sabrás también los
habitantes y la extensión?
Sí. Sabía la extensión y la población. Allí
mismo nos dijo a todos los del corro las cosas que recordaba y las que buscó en
el móvil. Y nos dijo más. Sabía el Producto Interior Bruto; nos dijo el
porcentaje del PIB que gastaban en armamento; y la renta per cápita. En fin
para qué seguir. Una suerte; para nosotros. Sin quererlo, este chico nos dio
pie para entrar en el debate sobre si estamos enfocando bien la estrategia en
las aulas. Algo estamos haciendo mal coincidimos todos.
Estamos exigiendo cuestiones que a algunos
alumnos no les interesan. Y estamos cortado iniciativas que son prioritarias
para otros. A ese chico, a lo mejor no le interesan las oraciones consecutivas,
o los reyes visigodos. Pero le interesa la riqueza de un país y como viven sus
habitantes. A lo mejor le interesa más la pobreza en el mundo, y las
ocurrencias para combatirla. Otro nieto que estaba en el corro, le interesa
todo lo relacionado con los coches, motores, chapas, seguridad, o ventas.
¡Ah! Ninguno de los dos tiene un expediente de
esos que llamamos, mal llamado, brillante. Expedientes de calificaciones
normalito. O sea: expedientes que no coinciden con sus verdaderos valores. Algo
estamos haciendo mal.
Julio
García-Casarrubios Sainz
Valdepeñas.
Ciudad-Real
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