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El
futuro será mejor
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¿Pretendo endilgar a
José María Aznar todo el hecho de la corrupción, -corrupción como corriente,
como fenómeno sociológico-, de sus peculiaridades, de sus tramas, y de sus
consecuencias? No. Se denomina “aznarismo” porque surge con él, quizá porque
fue Aznar quien introdujo una manera de hacer política, unas estrategias, unas
actitudes, que desde entonces, han impregnado la vida política, económica y
social de nuestro país. Han acomodado, facilitado, el marco idóneo para la
práctica de todas las corruptelas que estamos viendo, que estamos sufriendo. El
culpable de todo acto corrupto es su autor, y nada más. Otra cosa es que
analicemos las circunstancias que han favorecido esta invasión de actos
corruptos encadenados en el tiempo y en el espacio.
La muerte de Blesa,
y como se ha producido, debe servir para una reflexión pausada, pero eficaz.
Una reflexión que tenga consecuencias, que sirva para enmendar ese camino que
es tan antiguo como el hombre, pero que determinados hitos de la historia lo
han acrecentado, lo han hecho más grave, más extensivo, más dañino.
Eso que llamamos
“aznarismo” tuvo su inicio, cuando José María Aznar, además de liberalizar y
privatizar todo lo que tuvo a su alcance, puso al frente de esas grandes y
decisivas empresas a sus amiguetes. No importaba si eran capaces o no de
dirigirlas adecuadamente, no. Solo importaba que fueran amigos, personas de
toda confianza. Así nace esa figura que tanto se ha extendido en los últimos
años, a todos los niveles; cargos que se deben a quien te puso ahí, cargos que
van acompañados de más o menos grandes privilegios; redes clientelares que solo
saben decir: “Sí Guana”. Yo te nombro, yo te apoyo, yo te doy de todo; todo me
lo debes a mí. Y a cambio te tengo a mi disposición. Siempre me pagarás con el
“Sí Guana”.
¿Y qué futuro tienen
esos personajes? Seguir chupando de ese bote, o de otro, pero chupando. O por
el contrario llega un momento en que se acaba el chupeteo, y no se sabe asumir
que aquello fue un espejismo, que ha llegado a su fin. Que no se sabe vivir sin
esos privilegios, nunca merecidos. ¿La muerte de Blesa significará el fin del
aznarismo? ¿Se ha iniciado el derrumbe de cargos clientelares? Está muy
arraigado.
Julio García-Casarrubios Sainz
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