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Apuntes del Siglo
XX….y XXI
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No dejemos
que el árbol esconda el bosque; no entremos en disquisiciones que solo
contribuyen a eludir el núcleo del problema de una sociedad desencantada. Lo
más urgente es generar una alternativa creíble e ilusionante, a todos los
desmanes que han llevado a la destrucción del Estado del Bienestar, una
alternativa para frenar los índices de pobreza y desigualdad que asolan a una
buena parte de la sociedad actual. Eso es lo urgente, y dejemos las milongas
para otro momento más oportuno.
¿En qué
medida puede contribuir el nuevo Rey a la creación de esta alternativa? Si
estamos de acuerdo en que son imprescindibles nuevas políticas, igual lo será
cambiar las caras que guíen los nuevos derroteros. Modificar el rumbo que nos ha
llevado a donde estamos no tiene otra salida que la de un cambio generacional.
Ha llegado
la hora de borrar absolutamente del mapa público todas las caras que hoy
aparecen en la palestra. No se acabará el austericidio, ni las injustas
desigualdades, ni la corrupción, ni la crispación, ni el todo vale, ni ninguna
de las depravadas inercias, mientras no cambien los líderes que deben
protagonizar tal innovación.
El Rey Juan
Carlos I, ha proporcionado a la sociedad española lo que se esperaba de él.
Pero ya es pasado. La Corona necesitaba refrescar, modernizar, darle un nuevo
impulso a su imagen, a su tarea. Es la última buena labor que ha hecho el Rey
Juan Carlos I. Por ahí se empieza: propiciando, con un paso atrás, la llegada
de nuevas generaciones. Ahora toca el mismo cambio en todos los estamentos
institucionales: gobierno, oposición, partidos, personas, todos.
La sociedad
espera impaciente una nueva generación desanudada de los vicios que nos
invaden, de los vicios que nos han conducido al desastre. ¿El cambio de persona
en la Corona se irradiará a todos los demás? Ese es el reto de Felipe VI. El
Rey en una monarquía parlamentaria no gobierna, pero puede ser el impulsor para
que el cambio generacional se haga extensivo a todos los estamentos. Necesitamos
una nueva clase política, incluso una sociedad nueva, más interesada y más
exigente.
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