sábado, 11 de enero de 2014

CAPITALISMO, SÍ O NO


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Apuntes del Siglo XX….y XXI
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Hay crisis económica, sí, pero también hay crisis política. Quizá sin esa crisis política la crisis económica hubiese tomado otros derroteros; quizá a la política no se le hubiese escapado de las manos el poder financiero, el capitalismo. Y es que el poder financiero y el capitalismo, necesitan un control que vigile el cumplimiento de su papel, control que tiene que venir de la política, y si la política no cumple con su papel de interpretar las necesidades de la sociedad a la que sirve, el poder financiero y el capital campan a su libre albedrío. ¡Muy peligroso!

Quizá sea una utopía, una ilusión. Quizá sea una teoría…, pero aún así, quiero pensar, estoy convencido: el capitalismo y el poder financiero no son malos, por sí. Los hacen malos sus dirigentes. Los hacen malos los que los utilizan en su beneficio. Son los abusadores, los que manipulan interesadamente el contenido ideológico de ambos conceptos. Si los controlamos, desde la política y desde la sociedad, con firmeza y eficacia, cumplirán el papel para el que se concibieron.

El capitalismo y el poder financiero son dos piezas indispensables, dentro de la maquinaria que mueve el mundo. Pero solo eso: dos piezas de un conjunto superior. El error ha consistido en creerse, -ellos- la máquina en sí, en hacerse los dueños y señores del cortijo. Y, ¿por qué la política no ha sabido controlar y dirigir su función? Porque se han hecho sus cómplices, al señuelo del canto de sirena, que llama al enriquecimiento rápido. El capitalista y el financiero, han corrompido al político ayudándole a enriquecerse, a cambio de que les favorezcan y les ayuden a no cumplir con su misión, a practicar el llamado capitalismo salvaje.

Alguien, cuando hablo así, me acusa de iluso. Iluso porque el empresario y el banquero son por naturaleza acaparadores de todo lo que llega a sus manos. Admito el calificativo, pero convencido de mi “utopía”. Y añado: mientras no logremos la exigencia de este cumplimiento, estamos corriendo el peligro de que aparezcan revoluciones, más o menos populistas, que aunque nos las presenten necesarias y oportunas, no siempre logran el objetivo deseable. Lo tiene que hacer la política, aunque me invade el pesimismo, a la vista de los políticos que tenemos hoy.




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