___________________________________________________
Educación para el
siglo XXI (5)
___________________________________________________
Primero, sería conveniente determinar la
diferencia entre enseñanzas obligatorias y enseñanzas voluntarias. Planificar
una enseñanza en la que vamos a recibir a todos los jóvenes, quieran o no, es
diferente en todos los sentidos, que si planificamos una enseñanza a la que
solo van a acceder los que lo desean. Desde los criterios de universalidad
hasta los de evaluación, pasando por todo el proceso de aprendizaje es
absolutamente distinto.
Existe hoy la creencia general de que un
sistema es más avanzado y ofrece mayor igualdad de oportunidades cuanto más
duradero es el tramo de enseñanza obligatoria. Y no les falta razón. De hecho
en lo que llamamos nuestro entorno, todos los países tienden a extender la
obligatoriedad hasta los 16 o los 18 años. Pero también hay que decir que más
años de enseñanza obligatoria no es necesariamente la garantía de un mejor
sistema. Porque la garantía del sistema no solo depende de los años de
permanencia obligatoria, sino que influyen otros factores. De ahí que el
establecimiento de los periodos de enseñanza obligatoria, debe ser prioritario,
pero siempre acompañado de otros criterios que garanticen la calidad del
sistema.
En la enseñanza obligatoria no se pueden
aplicar los mismos criterios de selección, de programación y de evaluación, que
en una enseñanza voluntaria. Pensemos por ejemplo en algo tan sencillo como la
evaluación. A un alumno que está en clase porque le obliga la ley, no se le
pude calificar bajo el mismo baremo, que a un alumno que está porque él ha
elegido esa opción.
La motivación de un alumno que está
obligatoriamente, no coincide con la de un alumno que está para conseguir una
titulación. En el primer caso la motivación hay que buscarla en un territorio
de satisfacción por saber. Al alumno hay que programarle una actividad que le
guste y que se sienta realizado en ese trabajo. No es nada fácil. Hacen falta
sistemas y medios adecuados. En el segundo caso la evaluación puede y debe
plantearse en un terreno mucho más exigente. No se puede aprobar a quienes no
logran un nivel mínimo de exigencia. Ni siquiera debemos utilizar las mismas
denominaciones a las notas de calificación… Seguiremos
No hay comentarios:
Publicar un comentario