__________________________________________________
Educación para el
siglo XXI (2)
__________________________________________________
Los
sistemas educativos en España han avanzado mucho. Gracias a ello hemos
conseguido dos cosas. La más importante ha sido hacer llegar la educación a
todos los ciudadanos; lo que conocemos como universalización de la enseñanza.
En ese terreno se ha dado un paso importante. Y por otra parte nos hemos
colocado en el ranking de los países más desarrollados en cuanto a rendimiento
del alumnado. El problema es que, en este sentido queda mucho camino por
recorrer. No estamos a la cola como dicen algunos, pero se puede mejorar mucho.
Quedan numerosos puestos que escalar para situarnos en la zona de cabeza. Y
podemos hacerlo.
Ese
es el reto que nos queda como asignatura pendiente. No es fácil. Hay que
consensuar muchas estrategias; hay que ser valientes para afrontar nuevas
etapas en el progreso de los nuevos retos. No es posible avanzar si aplicamos
las mismas reglas de juego de siglos anteriores. Tenemos que convencernos de
que no puede afrontarse una educación universalizada, con los mismos métodos
que se han venido aplicando, con enseñanzas impartidas a alumnos previamente
seleccionados. No se puede avanzar con los mismos buenos resultados en aulas
donde los alumnos han llegado cumpliendo unos requisitos establecidos, que en
aulas donde se concentran alumnos de todos los niveles sociales y culturales.
El
gran reto pues es avanzar en calidad, sin renunciar a la universalidad. Es un
reto que han tenido que afrontar todos los países desarrollados desde que
introdujeron una enseñanza para todos. No es una tarea fácil. Porque hay que
atender a la diversidad del alumnado, manteniendo la igualdad de oportunidades
y los criterios de excelencia. Va a ser difícil de estructurar y caro para
establecerlo.
Y
una dificultad añadida: tenemos que hacerlo entre todos, y todos no están
dispuestos a que la enseñanza se desenvuelva bajo los criterios de
universalidad y de igualdad de oportunidades. No. Algunos se oponen, más o
menos soterradamente. ¡Cómo vamos a aspirar a que compartan estos ideales los
sectores de la sociedad que aplauden la reforma Wert! Será muy difícil, pero no
podemos renunciar a emprender con ilusión una tarea que se barrunta
apasionante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario