viernes, 9 de diciembre de 2011

UNA EUROPA FUERTE


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Apuntes del Siglo XX….y XXI

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Desde que la crisis empezó a asomar, muchos hemos dicho, y lo tenemos escrito, que el problema fundamental y último era un ataque al euro y a Europa. Y que por tanto la solución tenía que venir a través de fortalecer el euro y de que Europa tomara las riendas de la crisis. El tiempo nos ha dado la razón. Pero algunos todavía siguen sin convencerse. Algunos siguen pensando en los nacionalismos patrióticos. Y lo que es peor, se siguen moviendo por estímulos electoralistas.

Merkel y Sarkozy, en horas muy bajas, según las encuestas, pretenden salvar la cara diciendo a sus compatriotas que están ahí para defender los intereses de su país. Algunos opinamos que terminarán claudicando, porque ya empiezan a ver que el peligro también les acecha. Terminarán claudicando poniendo el punto de mira donde ya lo tenían que haber puesto hace mucho tiempo: Un gobierno económico común y un banco que dependa de ese gobierno para salvar el euro, y a la Europa de los pueblos que diseñaron sus creadores.

Queremos una Europa de los pueblos basada en la cohesión y la solidaridad. No en los ajustes y los recortes de los más débiles. Y no queremos una Europa manejada por los poderosos. Una Europa puesta al servicio de Mercozy para salvarlos de sus problemas. Y en España, mientras tanto limitando todo nuestro análisis a que la culpa es de Zapatero y de la herencia que nos ha dejado. ¡Vale ya de simplezas!

Primero: España no ha tenido que ser rescatada, ni sustituido su gobierno por otro impuesto sin pasar por las urnas, debido a que desde mayo del 2010 el gobierno de Zapatero adoptó las medidas para evitarlo, sin pensar en estrategias electoralistas.

Segundo: El nuevo gobierno salido de las urnas, tendrá que acercarse, sí, al núcleo duro de Europa, para mostrarles que la culpa de la crisis no es de los países periféricos; que la culpa es de unos líderes políticos europeos que no han sabido sobreponerse a la ambición de los mercados.

Mariano Rajoy se ha pasado la legislatura  achacando al gobierno de España de no tener la fuerza y la voluntad política de imponer sus criterios en Europa. No ha dejado de decir que el gobierno de España ha estado sumiso a las órdenes de fuera. Al mismo tiempo, claro, que ensalzaba las políticas de Merkel y Sarkozy. Contradicción pura y dura motivada por intereses exclusivamente electoralistas.

Ahora tiene la ocasión de demostrar que él sí dispone del coraje político para exigir a sus compañeros de partido en Europa, lo que le interesa a España y a la Unión Europea. Si lo consigue, que es el deseo de todos, habrá demostrado que el discurso de los últimos cuatro años no ha sido solo la demagogia para llegar a la Moncloa.



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