miércoles, 21 de diciembre de 2011

FIN Y PRINCIPIO


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Apuntes del Siglo XX….y XXI
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Sí. Fin y principio. En ese orden. Porque no pretendo referirme al principio y fin de una misma etapa, sino al fin de una y al principio de otra nueva. Algo se acaba y algo empieza. Termina al Zapaterismo y empieza el Marianismo. Hemos terminado una etapa, y empezamos otra. Es muy pronto para hacer juicios definitivos. La historia necesita un periodo de sedimentación. Por tanto dejemos que el estudio histórico vaya poniendo los acontecimientos en su sitio.

Sin embargo, ello no impide que de momento hagamos una crónica de actualidad. En especial sobre aquellos aspectos en los que hoy ya estamos en condiciones de analizar, o al menos de opinar. Ocho años de nuestra historia más reciente, y el arranque de otra nueva no puede despacharse sin decir algo.

La llegada al Gobierno de España de José Luis Rodríguez Zapatero en marzo del 2004, estuvo marcada por dos acontecimientos. Uno inesperado: el mayor acto terrorista acaecido en España después de la Guerra Civil. Y otro, digamos que sorprendente, o al menos incomprensible: una casi nula aceptación de la derecha aznarista, ante la realidad de haber perdido las elecciones. No sé si resulta atrevido afirmar que algunos todavía no lo han asimilado.

La conjunción de estos dos aspectos marcaron el inicio de la Era Zapatero. Iba a ser el pretexto de una estrategia de oposición no superada ni por la que conocimos en los años del 92 al 96. Ha sido un serio obstáculo para la acción de gobierno, pero también ha supuesto y va a suponer en el futuro inmediato un pesado lastre a la hora de gobernar una nueva etapa que se nos presenta llena de incógnitas.

Por referirnos a lo más reciente. A Mariano Rajoy no le va a ser fácil conjugar la estrategia de oposición radical, y un tanto irresponsable, con la moderación y la lealtad que exige, -y necesita-, para hacer frente a una situación extremadamente difícil. No va a ser fácil explicar a la ciudadanía el hecho de haber votado en contra de los recortes de Zapatero a raíz de lo sucedido en mayo de 2010, y ahora tenerlos que poner él en práctica, y quizá con mayor intensidad. No se puede entender la acusación permanente de que España estaba sometida a los mandatos exteriores, y ahora prometer como objetivo prioritario cumplir lo establecido por la Unión Europea.

Vamos a tener tiempo de analizar con sosiego y sin radicalismos simplistas, los aciertos y los errores, tanto desde el gobierno como desde la oposición. Aquí solo se me ocurre pedirle al PSOE que no caiga en la tentación de devolver diente por diente. Que ni se le pase por la imaginación actuar desde la oposición, con ánimo de revancha, con ánimo de utilizar la misma moneda. ¡Qué no lo haga!

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