miércoles, 29 de junio de 2011

ESTADO DE LA NACIÓN


El debate sobre el Estado de la Nación, en vigor en España, desde que Felipe González lo instituyera, se ha venido dibujando como el debate por excelencia de todos los realizados en el Congreso de los Diputados. Es el debate más importante del año. O por lo menos, el más esperado por la opinión pública. El que más expectativa despierta. Parece como si la ciudadanía y los medios de comunicación lo esperasen para medir las fuerzas entre el presidente del Gobierno y el Jefe de la Oposición. Para Zapatero, desde el año 2000, ya son unos pocos, tanto desde la oposición como desde la presidencia del Gobierno.

Las circunstancias que le han tocado vivir a Zapatero, a lo largo de estos diez años, han sido muy cambiantes. Desde sus cuarenta años a sus cincuenta, ha pasado de un personaje definido por la ilusión que despertaba y el talante político, a un presidente de gobierno tremendamente castigado por una crisis que lo ha destrozado como a cualquier otro líder. Con errores y con aciertos, desorientado por tener que tomar decisiones contrarias a sus principios, quemado hasta límites insospechados, se ha enfrentado al último debate sobre el Estado de la Nación en su trayectoria política. Acaba de pasar su último debate.

Cuando todos esperábamos el paseo triunfal de un Rajoy aupado por las encuestas y las urnas, va Zapatero y le gana. Inaudito. Nadie nos lo esperábamos. La estrategia de Rajoy, de machacar al adversario, sin arriesgar y sin exponer nada que pudiera perjudicarle, por esta vez le ha llevado al fracaso. Un hombre con todo a su favor debería haber optado por presentarse como hombre de estado, como alternativa creíble. Lo tenía muy fácil. Pero no lo ha hecho. Ha seguido con su estrategia de esperar fumando. Sin otra propuesta que la de “váyase Sr. Zapatero” Como le ha dicho el presidente del Gobierno: Sí me voy, ¿y qué más? Nada de nada.

Sin exponer nada y, como siempre, basando toda su energía en falsedades. Zapatero tuvo el acierto de dedicarse a desmontar la gran falacia, que por mucho que lo hayan repetido en el PP, y lo seguirán repitiendo, nadie se lo cree. Zapatero en el año 2004 no recibió una excelente herencia. Por tanto no la ha podido dilapidar. No. Recibió la herencia peor que puede recibir un gobierno. Un modelo productivo basado exclusivamente en la especulación, sin más entramado industrial que el ladrillo, con la competitividad por hora de trabajo más baja de Europa, con un nivel de formación laboral bajísimo, con un endeudamiento privado más del doble que en Europa, y una burbuja inmobiliaria sin otro camino que la corrupción y la explosión.

También vimos aun Zapatero reconociendo que se había equivocado por no cambiar de inmediato el modelo heredado, aún a costa de disminuir el crecimiento.









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