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Tercera
Etapa Socialista
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En la asignatura “Educación para la
Ciudadanía” que introdujo el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, siendo ministro
de Educación Alfredo Pérez Rubalcaba, y que posteriormente la suprimió el
Gobierno de Mariano Rajoy, se incluía en su programa, un apartado que trataba
de diferenciar lo que es opinar, de lo que es informar. Se trataba, se trata,
de un tema muy importante, a tener en cuenta, para la formación de los
ciudadanos en una sociedad democrática. Buscaba, que los ciudadanos desde una
edad muy temprana tuvieran la formación básica, en cuanto a la información que
les llega desde distintos medios.
Con el pretexto de que era el catecismo
socialista, aquello desapareció del proyecto curricular, y hoy, claramente se
echa mucho de menos. Se ha convertido en una asignatura pendiente. Se hace
imprescindible saber clasificar las informaciones que nos martillean por muy
variados medios; variados en la ideología, y variados en la intencionalidad. Si
no hubiese desaparecido “La educación para la ciudadanía”, hoy la sociedad
estaría mejor preparada para que los sesgos no hicieran mella.
A marchas muy forzadas, en España, los
medios con un sesgo ideológico de derechas han ido dominando hasta la saciedad,
el panorama de la información. Es absolutamente contrario a los principios
democráticos, de pluralidad y de libertad, el intento de estos medios de
distorsionar la realidad; supone un ataque frontal a la política y a la
democracia. Tratar de solucionar este problema no es fundar el sesgo contrario;
no; es volver al respeto por la verdad, la libertad y la pluralidad.
Al sector político y mediático que viene
distorsionando la realidad, para perjudicar claramente al gobierno, les ha
molestado que la televisión pública tome cartas en el asunto; lo han
interpretado como un ataque a la libertad. No. Es poner en su sitio la
información y la opinión. La opinión, sea cual sea, es siempre respetable; pero
si se hace en base a una información veraz. Obtener conclusiones y opiniones como
consecuencia de una información falsa, es intolerable. La televisión pública,
financiada con dinero de todos, tiene el deber de acabar con esa distorsión,
ofrecer una información veraz, desmontar bulos, y dar voz a todas las
sensibilidades de una sociedad democrática con ánimo de buena convivencia.
Julio García-Casarrubios Sainz
http://juliocasarrubios.blogspot.com
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