El
gato de mi abuela
Cuando yo era chico, me gustaba jugar
con el gato de mi abuela. Los juegos eran muy variados, pero siempre encerraban
un pelín de intención de hacerle rabiar; y vaya si lo conseguía. A veces lo
enfadaba tanto que se ponía como un fierecilla.
Un día me dijo la abuela: el gato es
muy bueno, y solo le gusta jugar. Pero ten mucho cuidado cuando los juegos
consistan en encerrarlo y perseguirlo en un lugar en el que él no tenga salida.
Esa fierecilla que llevaba dentro se revelaba y podría incluso atacarte. No hay
cosa peor, -decía mi abuela-, que perseguir a un gato sin dejarle salida.
¿Sabéis o que me pasa ahora, muchos
años después? Pues que cuando veo a Carles Puigdemont, me recuerda al gato de
abuela. Sería una mala estrategia por parte de Rajoy, no dejarle salida. Los
ataques al adversario hay que hacerlos dejándole una escapatoria, porque si no
corremos el peligro de que nos ataque.
Julio
García-Casarrubios Sainz
http://juliocasarrubios.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario