Concertación
y evaluación
Totalmente de acuerdo en todo lo que expresa el
Sr. Medianero en su artículo del pasado día 21. La “Educación es un derecho de
y para la ciudadanía”. Que tenemos que invertir en Educación al mismo nivel de
la media europea. Que son imprescindibles cambios metodológicos y
organizativos. Que hay que disminuir drásticamente la ratio por aula. Que necesitamos un cuerpo único de profesorado, formado permanentemente. Que sea permeable a las necesidades educativas de cada alumnado.
Lo considero en general muy acertado, pero
quisiera detenerme en dos aspectos, no con intención de corregir, sino más bien
de matizar o completar; en todo caso de opinar. Me refiero cuando dice: “Para
ello es imprescindible abandonar el camino de la concertación de centros”. Yo
matizaría que más que abandonar la concertación, deberíamos cumplir con el
espíritu de la Ley que puso en marcha los centros concertados en los años
ochenta cuando era ministro José María Maravall.
La Ley de 3 de julio de 1985, más conocida como
Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE) surge precisamente como
necesidad de articular los mecanismos para hacer posible la universalización de
la Educación. Se hacía necesario que el Estado se hiciera cargo de una oferta
pública para garantizar el derecho a la Educación universal. Dice la Ley en su
preámbulo: “Por las
insuficiencias de su desarrollo económico y los avatares de su desarrollo
político, en diversas épocas, el Estado hizo dejación de sus responsabilidades
en este ámbito, abandonándolas en manos de particulares o de instituciones
privadas, en aras del llamado principio de subsidiariedad. Así hasta tiempos
recientes, la educación fue más privilegio de pocos que derecho de todos”.
El estudio de
la LODE, la aparición de los centros concertados y como han ido evolucionando
hasta el momento actual, bien merecería un capítulo aparte. El otro aspecto en el
que me gustaría detenerme es en el tema de la evaluación. Quiero entender que
el Sr. Medianero se refiere a la evaluación del proceso en el aprendizaje. Sí.
Es cierto sería bueno establecer mecanismos de evaluación sobre el progreso de
los alumnos y de su adaptación a las necesidades propias de cada alumnado. En
ese sentido de acuerdo; evaluar centros y profesores.
Yo, sin embargo vengo defendiendo que en las
enseñanzas obligatorias las calificaciones en el sentido de seleccionar y poner
barreras para la promoción y obtención de los títulos académicos establecidos,
deben desaparecer. El alumno debe sentirse integrado en el sistema, motivado, a
gusto, y que cada uno avance según sus posibilidades sin que ello signifique
discriminación alguna. También prometo concretar más.
Julio
García-Casarrubios Sainz
Valdepeñas.
Ciudad-Real
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