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Apuntes
del siglo XX…. y XXI
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No todo lo que hemos visto en el debate de investidura ha sido
malo, también hubo algo bueno. El discurso de Rajoy, pésimo en el fondo, pero
muy bueno en la forma. Una vez más dio muestras de ser un buen parlamentario. Tiene
un discurso fácil y elocuente. Pero pésimo en el fondo. Quizá porque no podía
ser de otra manera. Un presidente que, como quedó evidente no puede encabezar
un nuevo gobierno, en una nueva época. ¡Imposible! Está solo.
Bajo la figura de parlamentario curtido, estaba latente la de un
presidente en funciones que solo supo presentarse como el hacedor del milagro
de la recuperación, y el autor del sarcasmo, ridiculizando a sus adversarios.
Es cierto que hoy estamos mejor que hace cuatro años en ciertos aspectos, pero
no es menos cierto que en otros muchos, estamos infinitamente peor. Y ¿cómo
disimular eso? Utilizando el recurso de la ironía y el sarcasmo para
menospreciar al adversario. Lo que ocurre es que esa estrategia no es la más
adecuada en un momento en el que la negociación se hace indispensable. Ha roto
los pocos puentes que tenía para no estar aislado.
Eso no me extrañó. Es el Rajoy en su estado puro. Lo que sí me
extrañó, me sorprendió, fue la actitud y el discurso de Pablo Iglesias. Dio
muestras de no saber donde está. El Parlamento le ha venido grande, la política
lo ha trastornado. Ese mensaje socialista, limpio, nuevo, regenerador, con el
que llegó a la política, se lo ha cargado de un plumazo. Dejó patente la
confusión del hemiciclo del Congreso con un movimiento asambleario en mitad de
una plaza; ha dejado ver su visión política de controlarlo todo. Nadie lo va a
querer como compañero de viaje.
Desde mi humilde opinión creo que lo único bueno, y no es poco,
fue el sentido de Estado que mostraron Sánchez y Rivera. Siempre he manifestado
que mi gusto hubiera sido un entendimiento entre PSOE y Podemos; pero no ha
podido ser, y lo siento. Quedó en evidencia que PP y Podemos solo pueden
colaborar con la abstención, y ni en eso parece que están disponibles. Ni uno
ni otro son capaces de reconocer que les es imposible llegar a pactos con
otros. Están solos. ¿Serán capaces de abstenerse para favorecer un Gobierno
entre los únicos que saben dialogar y pactar? O ¿prefieren que sigamos sin
gobierno seis meses, o quién sabe, si un año más?
Julio García-Casarrubios Sainz
http://juliocasarrubios.blogspot.com
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