sábado, 13 de febrero de 2016

FIN DE LA TRANSICIÓN





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Apuntes del siglo XX…. y XXI
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Fin de la Transición








La Transición fue un acontecimiento digno de ejemplaridad en todo el mundo. Muy pronto empezó a figurar, y sigue figurando, como ejemplo de un hecho sociopolítico de referencia en los anales de la Historia. Fue el paso, sin traumas, de una dictadura a una democracia; ¡ahí es nada! De ella hemos estado viviendo durante otros cuarenta años. Fue bueno, o al menos no se podía pedir más, en sus orígenes. Pero muy deficiente en su devenir durante estos años que hemos vivido, como si todo fuera al amparo de esa Transición. Hemos vivido cobijados bajo su manto.

Digo que el desarrollo ha sido muy deficiente, porque no hemos tenido la valentía, la visión, o el acierto, de analizar cómo se produjo, y porqué se produjo así. Se nos ha olvidado que no se hizo más porque no se pudo. Pero lo que faltó por hacer en ese momento, lo teníamos que haber ido revisando e introduciendo a lo largo de estos cuarenta años, y no lo hemos hecho. Nadie. Ni los unos, ni los otros.

Se nos ha olvidado que la Transición fue el fruto de una Reforma, y no de una Ruptura. Hubo miedo, -miedo fundado-, a que la Ruptura produjese el rechazo de un sector de la derecha dominante, y anclada en el pasado. Pero, claro, la Reforma deja posos sin asimilar que deberíamos haber ido reformando a lo largo de estos años; y no lo hemos hecho. Y esos posos han ido anidando como un cáncer que no nos libraremos de él, si no aplicamos una quimioterapia adecuada y urgente.

Los últimos cuatro años han sido letales. No es culpa de la derecha, ¡ojo!. La derecha española, -como base social-, fue, y es, digna de todo respeto; ha sabido adaptarse a los tiempos. No es la culpable. Los culpables son, un sector económico, político, y mediático, que aún no se ha desligado de los problemas endémicos que enferman nuestra sociedad desde el siglo XIX: el caciquismo y la corrupción.

Los mismos que en su día consideraron la Transición y la Constitución como “una charlotada intolerable”, ahora se amparan en su manto para mantener vivo su pensamiento único. “Nadie tiene derecho a deshacer el chiringuito que algunos se han construido”. “O yo, o el desastre”. La culminación de la Transición no ha llegado.


Julio García-Casarrubios Sainz
http://juliocasarrubios.blogspot.com







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