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Apuntes del Siglo
XX….y XXI
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De vez
en cuando, hay que decir aquello de “Pisa el freno Madaleno”. Nos atrapa el
enfado por el tacticismo de los partidos, y peor aún, por la corrupción cada
vez más insoportable. No nos deja ver el bosque; no nos deja analizar la clave
del debate político; no nos deja ver la crisis política que nos invade. Sin
escabullirse del problema, que lo es, y muy grave, del tacticismo y de la
corrupción, debemos detenernos un momento para ir al origen de los problemas:
“la crisis política”.
Tengo un
libro escrito sobre “La Regencia”. Pero, a pesar del título, en realidad
“utilizo” a María Cristina de Habsburgo, como pretexto para detenerme en la
dicotomía Cánovas-Sagasta. En las diferencias ideológicas, -que las había-,
pero sobre todo en la incapacidad de desembarazarse de los tacticismos, de las
inercias y de los caciquismos, que los hacían en cierto modo iguales. Y esa fue
principalmente la razón del fracaso del “Regeneracionismo”. No supieron, o no
quisieron, centrar sus políticas en sus idearios y se dejaron llevar por sus
intereses partidistas.
Eso es,
precisamente, lo que está pasando hoy. Sí, hoy mismo. Si Cánovas y Sagasta, si
conservadores y liberales, hubiesen defendido sus diferencias y hubiesen basado
sus políticas en sus identidades, la sociedad se hubiese enriquecido, y se
habría logrado el tan ansiado “Regeneracionismo”, que a la postre se quedó en
una entelequia. Y no fue lo peor que se quedara en nada, sino que más bien
contribuyó a empeorar gravemente la situación. No arreglaron los problemas que
de verdad afectaban a los ciudadanos, sino que derraparon hacia una trayectoria
nefasta.
Si hoy
estuviéramos centrando la vida política, y la lógica aspiración al poder, en la
diferencia del conservadurismo capitalista, defendido falazmente por la actual
derecha, y la socialdemocracia, erróneamente interpretada por algunos políticos
que se dicen de izquierda, le estaríamos haciendo un tremendo favor a la
democracia y a la sociedad. Pero no. Dejan en segundo plano, las esencias
éticas e ideológicas, y se centran en los intereses partidistas, en luchar por
el sillón, y hasta en llenarse los bolsillos con el dinero de los demás. Así,
ni se arregla la crisis, ni el bienestar, ni el problema autonómico, ni la
desafección política. Vamos claramente a peor.
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