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La Educación en España
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Hay dos cuestiones indiscutibles a la hora de determinar
el desarrollo de un país. En el ranking de los países modernos el mejor
termómetro para medir su avance, su desarrollo, su estado de bienestar lo
constituyen la Fiscalidad y la Educación. Un sistema justo a la hora de pagar
los impuestos es determinante para que una sociedad tenga una clase media
fuerte, que defina el grado de bienestar social, y sirva de motor de la
economía. No hay que mirar si los impuestos son altos o bajos, hay que mirar si
su redistribución es equitativa, y si revierten esos impuestos en servicios
para los ciudadanos.
Pero el símbolo por excelencia que define el desarrollo
de un país es la Educación; una Educación pública de calidad y montada bajo
estrictos criterios de universalidad. Si hacemos una lista de países por orden
de su desarrollo, sus avances y su estado del bienestar, coincidirá exactamente
con aquellos que tienen establecida una edad más avanzada en su enseñanza
obligatoria. A mayor edad en el establecimiento del límite de la enseñanza
obligatoria, mayor desarrollo, modernidad y bienestar social de ese país. Eso
lo puede comprobar quien quiera.
Pero que no venga nadie a confundirnos. Una enseñanza de
calidad no es la que proporciona alumnos que sepan los reyes visigodos de
memoria. Eso está muy bien, y es bueno tenerlo en cuenta a la hora de programar
los espacios curriculares, pero no es lo fundamental. Eso encierra un engaño
encubierto de selección. Lo fundamental es si el sistema educativo de un país
llega a todos sus ciudadanos con las mismas oportunidades. Lo fundamental es
que los estudiantes que comparten conocimientos en el extranjero dejen
constancia del prestigio de nuestra Educación. Lo fundamental es que el
programa educativo haya dejado su impronta en el conocimiento de los
profesionales de ese país.
Hay países, sí, con sistemas educativos muy destacados y
famosos por su excelencia. Pero esa excelencia debe llagar a través de la
igualdad de oportunidades, no a través de la selección de los “alumnos buenos”.
Los sistemas que buscan la excelencia a través de métodos de selección
conseguirán eminencias, sí. Pero el reto de un país moderno es lograr esa
excelencia a través de extender el sistema a todos.
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