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El
futuro será mejor
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El 23
de abril era el día del libro, y ojalá hubiese sido el libro el protagonista de
la jornada. Pero no; no fue el libro. El protagonismo se lo llevó la puesta en
escena de la desafección de los franceses hacia los partidos tradicionales que
se habían alternado en el poder durante la mayor parte de la V República: la
derecha del Partido Republicano, el Gaullisme, y el Partido Socialista, la
Démocratie Sociale.
En
Europa, -preguntaban los nietos-, se hablaba mucho de la desafección, pero ¿qué
era y por qué se produce?
La
derecha de Fillón se hunde hasta límites del 20%, por su política
neoconservadora, y también por el acoso de la corrupción, menor que en algún
otro país de su entorno, pero corrupción.
-¿Y el
socialismo también cayó?
Pufff;
no me hagas de reír. Me reiré por no llorar. El Partido Socialista Francés,
cayó al 6 %; cayó al quinto puesto, cayó a la irrelevancia política.
-Hombre
los dos cayeron, pero la caída de la socialdemocracia, me atrevería a
calificarla de alarmante, o quizá de vergonzante.
Sí,
tenéis toda la razón. Mirad: La derecha cayó por lo que ya os he dicho, y no
cayó más porque el votante de derechas es muy reacio a cambiar su voto. Pero la
caída de la izquierda francesa fue humillante, aunque merecida; se lo venían
trabajando durante muchos años.
El
Partido Socialista como toda la socialdemocracia había ido perdiendo su
identidad; pero no era esa la única razón; había otra, más de actitud que de
ideología: luchas internas, que se traducían en quitar al que me estorba, y
poner a ese otro que me interesa; convocar unas elecciones internas y el
perdedor hacer todo lo posible por cargarse al ganador.
Mirad
os voy a poner un ejemplo que lo explica todo: Meses antes, se celebran primarias
en el seno del Partido Socialista Francés para elegir al candidato a las presidenciales.
Manuel Valls, primer ministro del Gobierno Hollande se presenta como favorito,
pero mirad por donde las gana el otro candidato, Benoît Hamón. Y ¿a que no
sabéis lo que se le ocurre a M. Valls?
-No.
Es que
resulta muy difícil imaginárselo; M. Valls pide a los socialistas que no voten
a su candidato, y voten al candidato del Partido Liberal, Emmanuel Macron. ¡Vive
le socialisme!
Julio García-Casarrubios Sainz
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