Aprender
jugando
Aquellos que hablan de
que “aprender jugando” está muy bien, pero que se corre el riesgo de perder el
sentido fundamental de la enseñanza que no es otro que aprender con esfuerzo.
Es sencillamente confundir las churras con las merinas. Aprender jugando es un
método de motivación más viejo que la lluvia hacia abajo, y no podremos
abandonarlo mientras en las aulas tengamos alumnos a los que les falta
motivación por muchas razones, y muy variadas.
No dejaremos de insistir
en que el reto del sistema educativo actual es que el hecho positivo de obligar
a todos a permanecer en el sistema obliga a los docentes a hacer filigranas
para que se sientan integrados esos alumnos que no entienden porqué se les
obliga a estar ahí. Con la teoría del esfuerzo, con las calificaciones
discriminatorias y las pruebas para promocionar, no ayudamos a estos alumnos a
que se integren, a que al menos se sientan a gusto.
Hacen falta
profesionales dotados de una gran preparación didáctica y pedagógica para afrontar
ese reto. Lo venimos diciendo reiteradamente: a los alumnos que se les obliga a
permanecer en el sistema, hay que proporcionarles medios para que aprendan a
valorar las ventajas de saber, a valorar el trabajo bien hecho, a investigar en
aquello que ellos despierten interés. No necesitamos clases en el sentido
clásico académico, que siempre termina con los controles y las calificaciones;
necesitamos grupos de trabajo que permitan la enseñanza individualizada.
Lo voy a decir una vez
más: la primaria y la secundaria obligatoria tiene que basarse en el
aprendizaje de lo que los alumnos quieran, de lo que los alumnos sientan
curiosidad por saber, de lo que descubran ellos con su trabajo. No nos debe
importar si unos han alcanzado una cantidad de conocimientos mayor o menor; no;
no importa. Lo que debe importarnos es que salgan convencidos de que la escuela
les ha proporcionado lo que ellos necesitaban, que la escuela les haya enseñado
a pensar, a convivir, a ser tolerantes.
Si para ello necesitamos
de las nuevas tecnología, pues bienvenidas sean; si para ello necesitamos
ayudarnos del juego, pues viva el juego. No pongamos el punto de mira
exclusivamente en el esfuerzo. Cada uno tiene una capacidad de esfuerzo, de
trabajo, y a ello debemos adaptarnos. Lo importante es que a lo largo de su
vida recuerden lo que la escuela les enseñó, y que se despierte en ellos el
deseo de seguir aprendiendo a lo largo de su vida; que despertemos en ellos la
necesidad de ser comprometidos en el entorno que les vaya a tocar vivir a cada
uno.
Julio
García-Casarrubios Sainz
Valdepeñas.
Ciudad-Real
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