Educación
activa
Al menos desde la época de la Institución
Libre de Enseñanza, ya hace unos pocos años, se nos ha enseñado que la
didáctica en clase debe estar basada en una enseñanza activa. La práctica de un
profesor que habla y un alumno que escucha sentado y callado, ya pasó. Bueno. Mejor
dicho: Ya debía haber pasado. Todavía queda algún vestigio, que no somos
capaces de deshacernos.
A propósito de la enseñanza activa, la
periodista Ana Torres Menárguez le ha hecho una entrevista al profesor Peter Senge,
en la que manifiesta su rechazo a lo que él llama “modelo de aprendizaje
pasivo”. Este profesor californiano, está considerado como uno de los 50
pensadores más influyentes en la actualidad.
Aunque el tema es muy antiguo, me llamó
poderosamente la atención el título: “El profesor del siglo XXI tiene que
enseñar lo que no sabe”. Dicho así parece una barbaridad, pero lo parece porque
estamos encasillados en el método de enseñanza basado en que el profesor
transmite a sus alumnos lo que él sabe, lo que él ha aprendido previamente. Y
no tiene porqué ser así.
El profesor tiene que transmitir la
técnica, la práctica, del aprendizaje; el profesor tiene que transmitir la
ilusión por saber; el profesor tiene que enseñar a pensar, a razonar, a
investigar, a debatir. Pero eso no es obstáculo para que el profesor, a su vez,
aprenda del alumno. La imagen de un profesor que todo lo sabe, y un alumno que
no sabe, o que sabe muy poco, la imagen de un profesor que tiene todas las
respuestas, hay que desterrarla del sistema educativo, porque es la causa de
que el alumno se sienta a una distancia inalcanzable.
Seguro que hay muchos alumnos que saben
de ordenador y de móviles, más que muchos profesores. ¿Y qué? El alumno le
muestra la nueva tecnología, y el profesor le anima a que la aproveche para
investigar en el grave problema del cambio climático. Así el alumno se sentirá
como el descubridor de una enormidad de conocimientos sobre sobre el clima y
sus consecuencias.
La escuela, debe ser un centro de interés
por aprender. Todos. Debe convertirse en un centro de investigación. Un centro
en el que todos aportan lo que saben, y todos aprenden cosas nuevas. Los
libros, los medios de comunicación, y las nuevas tecnologías deben ser las
herramientas del saber. El alumno sentirá el estímulo por aprender, y no por el
miedo a una calificación, a un suspenso, o a una repetición. Ese es el cambio
que la sociedad del siglo XXI espera.
El profesor deber ser el experto en
didáctica, en pedagogía, en sicología infantil y juvenil, en sociología. El
profesor debe ser admirado, no por lo que sabe, que también, sino por lo que es
capaz de infundir, de organizar, de emprender, de comprender. Tenemos que
llegar al día en que un alumno esté en condiciones de enseñar a un profesor
algo que ha descubierto y que el profesor no lo sabía.
Julio
García-Casarrubios Sainz
Valdepeñas.
Ciudad-Real
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